GuEMES BartolomE Mitre

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GÜemes, perteneciente a una notable familia de Salta, se presenta Él mismo en sus actos, en[445] sus documentos polÍticos, en su correspondencia confidencial, como lo que es, como un caudillo polÍtico y militar. Éste es el rasgo prominente y verdaderamente original de su fisonomÍa: y es el Único digno de llamar la atenciÓn, sea que[446] se le admire, sea que se le condene, porque como caudillo, fuÉ grande, combatiendo por la causa comÚn, y como caudillo fuÉ funesto, contribuyendo a la desorganizaciÓn polÍtica y social.

QuÍtese a GÜemes el carÁcter de caudillo, y GÜemes no es nada, o es cuando mÁs una pÁlida fisonomÍa militar, que nada de extraordinario tendrÍa en sÍ misma, si los hechos que ejecuta o promueve no fuesen la consecuencia de la tÁctica, del prestigio, de los medios de acciÓn de caudillo representante de las masas populares, fanatizadas por la doble pasiÓn de la independencia y de la ciega adhesiÓn a su persona, dispuestas igualmente, a un gesto suyo, a esgrimir sus armas ya contra el enemigo comÚn, ya contra la sociedad.

BÓrrese del retrato histÓrico de GÜemes el nombre de caudillo, y GÜemes, o no serÁ nada como militar, o serÁ cuando mÁs, el activo jefe de una vanguardia, hostilizando a un enemigo que, invadiendo un paÍs accidentado y cuya[447] opiniÓn le es contraria, viendo cortados los recursos por la resistencia de la poblaciÓn en masa, se ve[448] al fin obligado a retirarse despuÉs de una serie de guerrillas y combates, lo que si bien es meritorio, no serÍa por sÍ solo una cosa extraordinaria, cuando a la retirada de ese enemigo concurrieron poderosas causas mÁs o menos inmediatas.

Quitarle ese tÍtulo como el de gaucho que Él hizo glorioso y que fuÉ su nombre de guerra, es despojarle de la agreste corona que sus heroicos compaÑeros, aquellos hijos de la naturaleza a quienes Él llamaba mis gauchos, colocaron sobre sus sienes en los bosques y valles de Salta, cuando le apellidaron el Padre de los Pobres; serÍa borrar uno de los rasgos caracterÍsticos y propios de la resistencia popular que hizo el caudillo desde 1817 a 1821.


Navarro y Lamarca, Historia general de AmÉrica MartÍn GÜemes

MartÍn GÜemes
(Navarro y Lamarca, Historia general de AmÉrica)

GÜemes era, pues, un verdadero caudillo, bajo cualquiera faz que se le considere; asÍ lo califican los contemporÁneos que lo conocieron, asÍ lo pintan sus admiradores; asÍ lo aclamaron sus partidarios y asÍ se retrata Él mismo.

GÜemes encontrÓ el campo preparado. No iniciÓ la revoluciÓn ni libertÓ pueblos, ni imprimiÓ direcciÓn a los acontecimientos, ni fundÓ nada.

La fuerza de GÜemes no residÍa tanto en su propia individualidad, cuanto en la fuerza de las multitudes que acaudillaba y representaba, y cuya substancia, diremos asÍ, se asimilaba: y aun cuando sin injusticia no pueden negarse cualidades superiores al que asÍ dominaba y dirigÍa esas masas fanatizadas por su palabra, conduciÉndolas a la lucha y al sacrificio, no era de cierto un genio superior ni en polÍtica, ni en milicia; ni sus hechos fueron precisamente los que decidieron de los destinos de la revoluciÓn, que se decidÍan de otros campos, con medios mÁs poderosos de acciÓn, y bajo una direcciÓn mÁs inteligente, mÁs[449] metÓdica y con miras mÁs trascendentales.

Su gloria no es Ésa. Su gloria consiste en que, como caudillo, si bien cooperÓ, directamente algunas veces e indirectamente otras, a la desorganizaciÓn general que ha prolongado una revoluciÓn social, fuÉ siempre fiel a la idea de la unidad nacional, y salvo un corto parÉntesis, reconociÓ siempre la autoridad general, aunque a condiciÓn de hacer lo que mejor le convenÍa, pues era dueÑo y seÑor absoluto dentro de las fronteras de su provincia, como Él la llamaba.

Su gloria consiste en que jamÁs desesperÓ de la suerte de la revoluciÓn; que en los mÁs tristes dÍas, cuando ella era vencida en el exterior y se veÍa[450] desgarrada en sus propias entraÑas por las furias de la guerra intestina, Él combatiÓ solo al frente de sus valientes gauchos en las fronteras, paralizando las operaciones de ejÉrcitos poderosos y dando tiempo para que se desenvolviesen otras combinaciones positivas que fueron en definitiva las que salvaron la revoluciÓn. A esas operaciones concurrieron eficazmente los extraordinarios esfuerzos de GÜemes, dignos sin duda de ocupar un lugar distinguido en la historia argentina, porque asÍ como la primera conmociÓn revolucionaria, en 1810, determinÓ las actuales fronteras de la RepÚblica, asÍ tambiÉn, en esa Época aciaga, la espada de GÜemes trazÓ con una lÍnea imborrable la frontera definitiva de la NaciÓn Argentina por el norte.

Cuando GÜemes se puso al frente de la provincia de su nacimiento, ya robustecida por la fuerza moral de sus triunfos en TucumÁn y Salta, por el desarrollo de las fuerzas populares que ocho aÑos de revoluciÓn habÍan puesto en acciÓn, contÓ ademÁs en las cuatro primeras campaÑas con el apoyo de un ejÉrcito que cubrÍa su retaguardia[451] y su flanco; y en la de 1817 con el de otro que[452] iba a atravesar los Andes para dar libertad a la AmÉrica, que ya para los argentinos era un hecho irrevocable.

De ahÍ la energÍa de la resistencia de GÜemes, de ahÍ su buen Éxito. Honor a las Provincias del Norte, que en la Época mÁs calamitosa de la revoluciÓn, cuando el congreso de TucumÁn, producto del cansancio mÁs bien que de la fe, trazaba con colores sombrÍos el cuadro de una situaciÓn desesperada, apoyaron la declaratoria de la independencia que inspiraron San MartÍn y Belgrano! A ellas que desde entonces fueron el baluarte de la NaciÓn, cuando ardÍa Ésta en guerra[453] civil y cuando esa guerra devoraba hambrienta sus ejÉrcitos regulares. Honor a GÜemes que dirigiÓ esa heroica resistencia, en la cual rindiÓ noblemente su vida! Pero honor tambiÉn a aquÉl que[454] fuÉ el primero que les revelÓ su fuerza, que les diÓ dos dÍas de gloria inmortal, y encendiÓ en sus corazones el fuego sagrado de la revoluciÓn, que no habÍa prendido en todos o se habÍa amortiguado en algunos, cuando los llamÓ a empuÑar las armas, y a defender a la vez su credo y sus hogares en los campos de TucumÁn y Salta!

Dice de Él el general La Paz en sus Memorias[455] PÓstumas, que, segÚn el Dr. VÉlez SÁrsfield,[456] deben ser un texto bÍblico para el historiador: “Si GÜemes mandaba con un despotismo sostenido de la plebe que acaudillaba, se veÍa constituÍdo en circunstancias[457] especiales, y por grandes que fuesen sus defectos, era el Único dique que se oponÍa al retorno de la tiranÍa peninsular. Si cometiÓ grandes errores, sus enemigos domÉsticos nos fuerzan a correr un velo sobre ellos, para no ver en Él sino al campeÓn de nuestra libertad polÍtica, al fiel soldado de la independencia y al mÁrtir de la patria.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

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