MARIANO MORENO Juan MarIa GutiErrez

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(Title: Mariano Moreno was born in Buenos Aires in 1778. He was a man whose early death was a sad loss to the cause of the Revolution. He was a lawyer renowned for his integrity and love of country. As secretary of the Junta Gobernativa in 1810, he championed the republican form of government. La Gaceta de Buenos Aires, of which he was editor, marks the beginning of the Argentine press. He died on the high seas in 1811, bound for England as the delegate of the newly established Argentine government.)

El nombre de don Mariano Moreno estarÁ para siempre ligado a los orÍgenes de nuestra independencia, como lo estÁ en las concepciones humanas, la idea a la forma, el hecho a las intenciones. Y cuando en las solemnidades patrias miramos brillar[429] la imagen del sol en una de las faces de nuestra[430] bandera, colocamos con el pensamiento en la opuesta, la imagen de aquel ciudadano, porque Él fuÉ la luz de la revoluciÓn.

Él concentrÓ los instintos del pueblo en su cabeza y depurÁndolos en tan vasto crisol, presentÓlos ante el mismo pueblo y ante el mundo, como su propÓsito grande y generoso.

Nuestra revoluciÓn naciÓ serena como la aurora de un dÍa hermoso, y diÓ sus primeros pasos conducida por la razÓn y el desprendimiento. Nuestros padres discutieron antes de obrar, y no admitieron el sacrificio de la sangre en el altar de la libertad que fundaban. En mayo de 1810, el[431] resentimiento y la venganza se transformaron en heroÍsmo, en acciÓn vigorosa la apatÍa colonial, en patriotismo la antigua fidelidad, los vasallos en seÑores de su destino, y brotaron como por encanto, ejÉrcitos, instituciones liberales, sentimientos de nacionalidad y todos los elementos que constituyen la Patria.

Si un pueblo sacude su yugo antiguo con tanta dignidad, es porque se siente fuerte en la justicia de su resoluciÓn, porque la virtud que es la fuerza por excelencia, le preside en sus actos.

Esa fuerza y esa virtud tuvieron por fortuna su representante en don Mariano Moreno, miembro del primer gobierno revolucionario.

ComenzÓ a desempeÑar sus delicadas funciones a la edad de treinta aÑos con toda la precoz madurez de sus aventajadas facultades. Brioso de carÁcter, elocuente, avezado a las luchas de la lÓgica y del derecho en las discusiones forenses, reunÍa en su persona otras cualidades que le hacÍan simpÁtico y popular. Brillaba en su abierta fisonomÍa la iluminaciÓn del genio, y la rica sangre de la juventud circulaba en su rostro, bajo una tez blanca y transparente, como la savia de una planta lozana.


Mariano Moreno Navarro y Lamarca, Historia general de AmÉrica

Mariano Moreno
(Navarro y Lamarca, Historia general de AmÉrica)

Este atleta bajÓ a la arena en toda la plenitud de sus fuerzas, acendradas en la austeridad del hogar y de los estudios serios. Hijo excelente, padre afectuoso, agradecido discÍpulo, unÍa a una virginidad de sentimientos a la antigua, el atrevimiento y la audacia que inspiran las ideas que son la gloria de los tiempos modernos.

Su personalidad se eclipsa dentro de su idea, como el nÚcleo de un cometa en su atmÓsfera luminosa. La posteridad y la historia, no Él, le[432] colocan entre los primeros hombres de la independencia, y le conceden su papel principal de revelaciÓn y de iniciativa en el drama de la revoluciÓn. No aspira a mandar sino a dirigir. Piensa recta y generosamente para que el pueblo pueda gobernarse a sÍ propio con acierto. Quiere como[433] borrar hasta los nombres propios de los mandatarios, para que la autoridad que preside los nuevos destinos de la patria, se sienta como influencia benÉfica, y no se palpe como cosa natural, aspirando a dotarla, en su noble exaltaciÓn democrÁtica, con los atributos de una entidad sobrehumana.

Moreno no tenÍa confianza sino en las fuerzas morales y quiso traerlas al gobierno y darlas al pueblo como palanca para remover los obstÁculos que la marcha de la RevoluciÓn iba a encontrar en su camino.

Y como entre aquellas fuerzas, la mÁs poderosa es la prensa,—instrumento hasta entonces vedado a los hijos de la Colonia para ventilar las cuestiones[434] polÍticas y los intereses sociales,—el secretario de la Junta se constituyÓ voluntariamente en redactor de La Gaceta, colocando al frente de sus escritos uno de aquellos magnÍficos arranques de amor a la libertad que son tan frecuentes en las inmortales pÁginas de TÁcito. Este periÓdico[435] naciÓ con el nuevo rÉgimen, proclamando los tiempos “en que era dado pensar y manifestar sin trabas el pensamiento”.

La prensa se hizo desde entonces militante y popular. Los anteriores ensayos periodÍsticos se arrastraban tÍmidos por la senda de la erudiciÓn, y[436] apenas si una que otra chispa se derramaba a favor de los intereses pÚblicos. Los talentos y el patriotismo de Vieytes y de Belgrano no habÍan[437] conseguido interesar al pueblo en la contemplaciÓn de su propio destino, y los tipos de nuestra Única imprenta aparecÍan yertos sobre el papel como el metal de que estaban fundidos.

La Gaceta demolÍa y creaba al mismo tiempo. FuÉ el ariete asestado contra las murallas de la tiranÍa retrÓgrada del Virreinato, y la fuerza que[438] levanta sobre el cimiento de la libertad al pueblo que surgÍa del seno de los Cabildos abiertos. QuÉ hermosa era la patria que pintaba la pluma del ilustre redactor! CuÁn orgulloso se sentÍa todo argentino al reconocerse hijo de esa Patria y Árbitro[439] de fraguarse su propia felicidad, ejerciendo[440] derechos que antes no habÍa comprendido!

La ciencia de la polÍtica amaneciÓ entre nosotros y se popularizaron sus aplicaciones. SÚpose entonces lo que era una sociedad entregada a sÍ misma y libre del freno pesado y de las riendas mezquinas manejadas por un elegido de la casualidad desde las remotas orillas del Manzanares.[441] DiscutiÉronse las diversas formas de gobierno a que pueden someterse los hombres en sociedad; y las Provincias, convocadas por primera vez a un Congreso,[442] vieron con sorpresa que los habitantes podÍan dignificarse hasta el punto de dar fuerza de ley a aquellas aspiraciones mÁs en consonancia con sus intereses y bienestar.

Bajo el influjo de tan hÁbil piloto, la RevoluciÓn no podÍa naufragar. El rumbo estaba dado a la[443] mejor estrella, y por muchos desvÍos que hubiera de experimentar la nave de la RepÚblica, tenÍa forzosamente que llegar a la democracia.

Ésta fuÉ la obra de don Mariano Moreno. El pueblo habÍa conseguido su independencia; pero aquel gran patriota le preparÓ el porvenir americano que es hoy su modo de ser definitivo.[444]

                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

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