Cuando la noble condesa de Montagut estaba en cinta de su primogÉnito Teobaldo, tuvo un ensueÑo misterioso y terrible. Acaso un aviso de Dios; tal vez una vana fantasÍa, que el tiempo realizÓ mÁs adelante. SoÑÓ que en su seno engendraba una serpiente, una serpiente monstruosa que, arrojando agudos —AllÍ estÁ! allÍ estÁ! gritaba la condesa en su horrible pesadilla, seÑalando Á sus servidores la zarza en que se habÍa escondido el asqueroso reptil. Cuando sus servidores llegaron presurosos al punto que la noble dama, inmÓvil y presa de un profundo terror, les seÑalaba aÚn con el dedo, una blanca paloma se levantÓ de entre las breÑas y se remontÓ Á las nubes. La serpiente habÍa desaparecido. |