MÁs allÁ hirieron sus oÍdos con un estrÉpito discordante mil y mil acentos Ásperos y roncos, blasfemias, gritos de venganzas, cantares de orgias, palabras lÚbricas, maldiciones de la desesperaciÓn, amenazas de impotencia y juramentos sacrÍlegos de la impiedad.[1] [Footnote 1: This conception of two distinct places in the other world to which all good words and all evil words go and echo eternally seems to be original with Becquer.] Teobaldo atravesÓ el segundo cÍrculo con la rapidez que el meteoro cruza el cielo en una tarde de verano, por no oir su voz que vibraba allÍ sonante y atronadora, sobreponiÉndose Á las otras voces en media de aquel concierto infernal. — No creo en Dios! No creo en Dios! decia aÚn su acento agitÁndose en aquel ocÉano de blasfemias; y Teobaldo comenzaba Á creer. |