Pastores, que seguÍs con lento paso vuestras ovejas que pacen derramadas por las colinas y las llanuras; si al conducirlas al borde del transparente riachuelo que corre, forcejea y salta por entre los peÑascos del valle de Montagut en el rigor del verano, y en una siesta de fuego habÉis encontrado la sombra y el reposo al pie de las derruÍdas arcadas del monasterio, cuyos musgosos pilares besan las ondas, oidme. |