II (3)

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Él la encontrÓ un dÍa llorando y le pregunto:—¿Por quÉ lloras?

Ella se enjugÓ los ojos, le mirÓ fijamente, arrojÓ un suspiro y volviÓ Á llorar.

Pero entonces, acercÁndose Á MarÍa, le tomÓ una mano, apoyÓ el codo en el pretil Árabe desde donde la hermosa miraba pasar la corriente del rÍo, y torno Á decirle:—¿Por que lloras?

El Tajo[1] se retorcÍa gimiendo al pie del mirador[2] entre las rocas sobre que se asienta la ciudad imperial.[3] El sol trasponÍa los montes vecinos, la niebla de la tarde flotaba como un velo de gasa azul, y solo el monÓtono ruido del agua interrumpÍa el alto silencio.

[Footnote 1: El Tajo = 'The Tagus.' "The longest river in the Spanish peninsula.... It rises in the province of Teruel, Spain, in the mountain Muela de San Juan; flows west through New Castile and Estremadura; forms part of the boundary between Spain and Portugal; and empties by two arms into the Bay of Lisbon. The chief city on its banks in Spain is Toledo." Century Dict.]

[Footnote 2: mirador = 'lookout,' a kind of bow in the wall surrounding some of the heights of Toledo.]

[Footnote 3: imperial. Referring probably to the time of the Roman dominion, which, though it lasted some two hundred years, has left in the monuments of Toledo very little evidence of its duration. See p. 50, note 2.]

MarÍa exclamÓ:—No me preguntes por quÉ lloro, no me lo preguntes; pues ni yo sabrÉ contestarte, ni tÚ comprenderme. Hay deseos que se ahogan en nuestra alma de mujer, sin que los revele mÁs que un suspiro; ideas locas que cruzan por nuestra imaginaciÓn, sin que ose formularlas el labio, fenÓmenos incomprensibles de nuestra naturaleza misteriosa, que el hombre no puede ni aÚn concebir. Te lo ruego, no me preguntes la causa de mi dolor; si te la revelase, acaso te arrancarÍa una carcajada.

Cuando estas palabras expiraron, ella tornÓ Á inclinar la frente, y Él Á reiterar sus preguntas.

La hermosa, rompiendo al fin su obstinado silencio, dijo Á su amante con voz sorda y entrecortada.

—TÚ lo quieres, es una locura que te harÁ reir; pero no importa: te lo dirÉ, puesto que lo deseas.

Ayer estuve en el templo.[1] Se celebraba la fiesta de la Virgen;[2] su imagen, colocada en el altar mayor sobre un escabel de oro, resplandecÍa como un[3] ascua de fuego; las notas del Órgano temblaban dilatÁndose de eco en eco por el Ámbito de la iglesia, y en el coro los sacerdotes entonaban el Salve, Regina[4]

[Footnote 1: templo. Reference is made here to the cathedral of Toledo.]

[Footnote 2: la fiesta de la Virgen. Probably the festival of the Assumption, August 15, as this is generally considered the most important of the various festivals in honor of the Virgin, such as, for example, the Nativity of Mary (September 8), the Purification of the Blessed Virgin (February 2), and the Annunciation (March 25).]

[Footnote 3: un. For una. This use is not sanctioned by the Spanish Academy, nor, as Knapp says, "by the best modern writers."]

[Footnote 4: Salve, Regina = 'Hail, Queen (of Mercy).' The first words of a Latin antiphon ascribed to Hermannus Contractus (b. 1013-d. 1054). In mediaeval times it was a great favorite with the church, and was appointed for use at compline, from the first vespers of Trinity Sunday up to nones on the Saturday before Advent Sunday. See John Julian, Dictionary of Hymnology, London, 1892, p. 991.]

Yo rezaba, rezaba absorta en mis pensamientos religiosos, cuando maquinalmente levantÉ la cabeza y mi vista se dirigiÓ al altar. No sÉ por quÉ mis ojos se fijaron desde luego en la imagen, digo mal, en la imagen no; se fijaron en un objeto que hasta entonces no habÍa visto, un objeto que, sin poder explicÁrmelo, llamaba sobre sÍ toda mi atenciÓn. No te rÍas ... aquel objeto era la ajorca de oro que tiene la Madre de Dios en uno de los brazos en que descansa su divino Hijo.... Yo aparte la vista y tornÉ Á rezar.... Imposible! Mis ojos se volvÍan involuntariamente al mismo punto. Las luces del altar, reflejÁndose en las mil facetas de sus diamantes, se reproducÍan de una manera prodigiosa. Millones de chispas de luz rojas y azules, verdes y amarillas, volteaban alrededor de las piedras como un torbellino de Átomos de fuego, como una vertiginosa ronda de esos espÍritus de las llamas que fascinan con su brillo y su increÍble inquietud....

SalÍ del templo, vine Á casa, pero vine con aquella idea fija en la imaginaciÓn. Me acostÉ para dormir; no pude.... PasÓ la noche, eterna con aquel pensamiento.... Al amanecer se cerraron mis pÁrpados, y, ¿lo creerÁs? aun en el sueÑo veÍa cruzar, perderse y tornar de nuevo una mujer, una mujer morena y hermosa, que llevaba la joya de oro y de pedrerÍa; una mujer, sÍ, porque ya no era la Virgen que yo adoro y ante quien me humillo, era una mujer, otra mujer como yo, que me miraba y se reÍa mofÁndose de mÍ.—¿La ves? parecÍa decirme, mostrÁndome la joya.—CÓmo brilla! Parece un cÍrculo de estrellas arrancadas del cielo de una noche de verano. ¿La ves? pues no es tuya, no lo serÁ nunca, nunca.... TendrÁs acaso otras mejores, mÁs ricas, si es posible; pero Ésta, Ésta que resplandece de un modo tan fantÁstico, tan fascinador ... nunca ... nunca ...—DespertÉ; pero con la misma idea fija aquÍ, entonces como ahora, semejante Á un clavo ardiente, diabÓlica, incontrastable, inspirada sin duda por el mismo SatanÁs.... ¿Y quÉ?... Callas, callas y doblas la frente.... ¿No te hace reir mi locura?

Pedro, con un movimiento convulsive, oprimiÓ el puÑo de su espada, levantÓ la cabeza, que en efecto habÍa inclinado, y dijo con voz sorda:

—¿Que Virgen tiene esa presea?

—La del Sagrario,[1] murmurÓ MarÍa.

[Footnote 1: La (Virgen) del Sagrario. A highly venerated figure of the Virgin, made of a dark-colored wood and almost covered with valuable jewels. It stands now in the chapel of the same name, to which visitors are seldom admitted.]

—La del Sagrario! repitiÓ el joven con acento de terror: la del Sagrario de la catedral!...

Y en sus facciones se retratÓ un instante el estado de su alma, espantada de una idea.

—Ah! ¿por quÉ no la posee otra Virgen?[1] prosiguiÓ con acento enÉrgico y apasionado; ¿por quÉ no la tiene el arzobispo en su mitra, el rey en su corona, Ó el diablo entre sus garras? Yo se la arrancarÍa para tÍ, aunque me costase la vida Ó la condenaciÓn. Pero Á la Virgen del Sagrario, Á nuestra Santa Patrona, yo ... yo que he nacido en Toledo, imposible, imposible!

[Footnote 1: otra Virgen. There are several other statues of the Virgin in the cathedral, for which, however, less reverence is felt. The choice of certain statues of Christ or of the Virgin for special veneration is very characteristic of Spanish Catholics. See p. 152, note 2.]

—Nunca! murmuro MarÍa con voz casi imperceptible; nunca!

Y siguiÓ llorando.

Pedro fijÓ una mirada estÚpida en la corriente del rÍo. En la corriente, que pasaba y pasaba sin cesar ante sus extraviados ojos, quebrÁndose al pie del mirador entre las rocas sobre que se asienta la ciudad imperial.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

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