MARIUCHA (2)

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ACTO PRIMERO

Sala en el palacio de Alto-Rey. El soberbio artesonado es el Único vestigio de la antigua magnificencia. Las paredes desnudas; el mueblaje moderno, poco elegante; algunas piezas, ordinarias. Puerta al fondo y a la derecha. A la izquierda, ventana o balcÓn. Cerca de Éste una mesa de escribir. A la derecha, sillÓn de respeto, sillas. Es de dÍa.

Escena Primera

Cirila, arreglando y limpiando los muebles; Corral, El Pocho, que entran por el fondo. Corral viste con afectaciÓn y mal gusto, ostentando brillantes gordos en la pechera, cadena de reloj muy llamativa y sortijas con piedras de valor.

Pocho. ¿Dan su permiso?

Cirila. Adelante.

Corral. ¿No han vuelto de misa los seÑores?

Cirila. No tardarÁn. (Displicente.) Vaya, otra vez aquÍ estos moscones!5

Pocho. Otra vez, y cien mÁs, hasta que...

Corral. Perdone la seÑora Cirila, yo no vengo a cobrar.

Cirila. Viene a fisgonear, que es peor, y a meter sus narices en las interioridades de la casa...10

Corral. Ea, no despotrique, seÑora.

Cirila. (Aparte.) Farsante!

Pocho. Yo no hago papeles. Vengo por el aquÉl de mi propio derecho. (Saca un papel y lo muestra.) El Sr. D. Pedro de GuzmÁn, MarquÉs de Alto-Rey y15 de San Esteban de Gormaz, es en deber a Francisco Muela, apodado El Pocho, la cantidad de...

Cirila. Basta.

Pocho. Por cuatro servicios de coche...

Cirila. Agobiar al seÑor por tal porquerÍa!...20

Corral. Ya cobrarÁs, Pocho. (Dando largas.) Ten paciencia...

Pocho. Paciencia!... que es como decir hambre.

Cirila. (Incomodada, seÑalÁndoles la puerta.) Hagan el favor... Tengo que hacer...25

Pocho. Yo espero al seÑor.

Corral. Dos preguntas no mÁs, seÑora Cirila, y perdone. AÚn no hace un mes que estos seÑores Marqueses vinieron acÁ de Madrid huyendo de la quema. ¿Es cierto que se encuentran ya en situaciÓn tan precaria30 que...?

Cirila. Para nadie es un secreto que los que ayer fueron poderosos hoy no lo son.

Corral. SÍ: ya saben hasta los perros de la calle que la casa de Alto-Rey es casa concluida. Hace mÁs35 de veinte aÑos que viene cayendo, cayendo, y por fin... (Con afectada pena.) Las volteretas que de este mundo loco!... En la villa se dice que los seÑores Marqueses han llegado a carecer hasta de lo mÁs preciso para la manutenciÓn.40

Pocho. Y que se ven y se desean para poner un puchero.

Cirila. Eh... habladurÍas!

Corral. (Queriendo internarse por la derecha.) DÉjeme, dÉjeme ir a la cocina a ver quÉ es lo que guisan...45

Cirila. (DeteniÉndole.) Alto ahÍ... QuÉ desvergÜenza!

Pocho. Si ni tan siquiera tendrÁn lumbre!

Corral. Hay que ver...

Pocho. (Por Cirila.) CÓmo les tapa la miseria!50 Ésta no les abandona en la desgracia.

Corral. Eso es nobleza.

Cirila. Gratitud. Les quiero...

Corral. Particularmente a la seÑorita MarÍa.

Cirila. Mi niÑa del alma! Yo la criÉ; la he servido55 desde que vino al mundo. MÁs que cariÑo, por ella tengo adoraciÓn.

Pocho. Y quÉ re-bonita, y quÉ re-maja, y quÉ re-salerosa es la niÑa, Cristo con ella! No le faltarÁ un ricacho que la saque de pobre. AnÍmese, don Faustino...60 Usted rico, usted el mÁs elegante caballero de nuestra villa... QuÉ mejor proporciÓn...!

Corral. (PavoneÁndose.) Verdaderamente, no es uno saco de paja... De menos nos hizo Dios.

Pocho. Pues si yo fuera don Faustino del Corral,65 cualquiera me quitaba a mÍ esa niÑa, Cristo con todos! Si tuviera yo esos diamantes en la pechera, esa cadena de reloj y esos anillos refulgentes, y lo que hay en casa, Cristo conmigo! los dinerales que diz que tenemos en el Banco, ¿eh?... aguardando colocaciÓn...70

Corral. No es tanto, Pocho. Algo se ha trabajado y no falta para unas sopas. (A Cirila.) Ahora, la Última pregunta si usted no se incomoda.

Cirila. Diga.

Corral. ¿Es cierto que el propietario de este palaciote75 de Alto-Rey lo cede gratuitamente a los seÑores Marqueses?

Cirila. AsÍ lo entiendo.

Pocho. Y luego dicen...! Vaya, que estos nobles tronados siempre caen de pie! VendiÓ el MarquÉs este80 caserÓn hace diez aÑos por un pedazo de pan...

Corral. ¿Hase visto mayor locura? Si hubiera estado yo en Agramante, no se me escapa esa ganguita... ComprÓ la casa el sastre Diego LÓpez, que ha sacado ya triple del coste con el producto de las estancias bajas y85 altas que tiene alquiladas. Y ahora, el hombre puede permitirse un rasgo: cede al MarquÉs las habitaciones mejores...

Cirila. (Que ha mirado por el fondo.) Los seÑores vienen.90

Corral. (Aparte al Pocho.) Ten comedimiento, Pocho. Hazte cargo de la pobreza...

Pocho. ¿Pues y la mÍa? Cristo con...! (Corral le manda callar. Se apartan a la izquierda.)

Escena II

Los mismos; Don Pedro, cabizbajo: detiÉnese en la puerta como esperando a alguien. Conserva en su miseria la nobleza de la figura. El traje, aunque revelando bastante uso, es de corte y telas elegantes. Acude Cirila a recogerle el abrigo y sombrero.

Cirila. ¿Y la seÑora Marquesa?95

Don Pedro. DetrÁs viene con MarÍa y el seÑor Cura. (Entra despacio, abstraÍdo.) ¿QuÉ... hay visitas?

Corral. (Oficioso.) SeÑor MarquÉs, ¿cÓmo va ese valor?

Don Pedro. Tirando, amigo, tirando... (Sobresaltado,100 al ver al Pocho.) Otra vez este maldito Pocho!

Cirila. Desdichado seÑor!... A lo que ha llegado! (Vase por la derecha.)

Pocho. Vuecencia me dijo que hoy...

Don Pedro. (Con arrebato de cÓlera, bastÓn en mano.)105 Dije a usted que le avisarÍa...

Pocho. Perdone vuecencia... pero...

Don Pedro. Es mucho molestar... Es grande impertinencia...!

Pocho. Necesidad, seÑor. Soy un pobre.110

Corral. Paciencia, Pocho. Puedes volver...

Don Pedro. Cuando se le avise... Espere... (Se sienta en el sillÓn.)

Pocho. (Con entereza.) PodrÉ alimentarme de tronchos de berza, de cortezas de chopo; pero no de las buenas115 palabras de vuecencia. PÁgueme, o de aquÍ me voy al Juzgado municipal...

Corral. Pocho...!

Don Pedro. (Variando de tono ante la amenaza.) QuÉ injusta desconfianza!... Pocho, venga usted aquÍ.120 (LlamÁndole, cariÑoso.) Mi buen amigo... (Le toma la mano.) ¿CÓmo puede dudar...?

Pocho. No es duda, es pobreza.

Don Pedro. (Dolorido, con afectada mansedumbre.) Vaya, vaya, sosiÉguese el buen Pocho. (DÁndole palmaditas125 en la mano.) Y no dude que, con el pago, tendrÁ una buena gratificaciÓn... Es muy justo. (Entran por el fondo Filomena y don Rafael.)

Pocho. Yo cedo a vuecencia la propina si hoy mismo...130

Don Rafael. Pocho...! (Con un castaÑeteo de lengua como el que se usa para echar a los perros, le despide seÑalÁndole la puerta.)

Pocho. Ya, ya... (Por D. Pedro.) Cristo con Él, con su madre y con toda su casta! (Vase rÁpidamente.)135

Escena III

Don Pedro, Corral, Filomena, Don Rafael. La Marquesa de Alto-Rey revela menos que el MarquÉs, en su traza y vestimenta, la decadencia social. Viste traje negro elegante; mantilla.

Don Pedro. (Inquieto.) ¿Y MarÍa?

Don Rafael. En la plaza quedÓ con las de GonzÁlez.

Filomena. Entretenidita, viendo esos tipos de los pueblos, los pintorescos trajes, la animaciÓn del mercado...140

Corral. (SaludÁndola.) SeÑora Marquesa, tengo el honor...

Filomena. SeÑor de Corral, mucho gusto... (Se quita la mantilla.)

Don Pedro. (Afectuoso, cogiÉndole la mano.) Querido145 Corral, sea usted indulgente con mi desgracia, la cual no sÓlo me aflige a mÍ, sino a los amigos que vienen a verme, pues poco grato ha de serles oÍr mis lamentos, y ver espectÁculos como estas embestidas del Pocho...

Corral. No se hable mÁs de eso.150

Don Rafael. Y sobre todo, no se exaspere, MarquÉs... TÓmelo con calma... Ya vendrÁn dÍas mejores...

Don Pedro. Yo confÍo en que el Gobierno...

Filomena. Por la Virgen, no me hables de155 Gobiernos...

Don Pedro. En la Providencia, sÍ: a eso voy. Quiero decir que Dios inspirarÁ al Gobierno para que...

Don Rafael. (Aprobando.) Mucho!

Don Pedro. TambiÉn espero auxilio de las personas160 de nuestra clase. Imposible que permanezcan indiferentes...

Filomena. Bien podrÁn ser nuestros iguales o el Gobierno instrumentos de que Dios se valga para salvarnos. Pero en Dios estÁ toda mi esperanza.165

Don Rafael. SÍ, sÍ: Dios...

Don Pedro. (Muy nervioso se levanta y se pasea por la escena.) ¿Pero a quÉ espera?

Filomena. Paciencia, Pedro. Para mirar por nosotros, allÁ quedÓ nuestro hijo CesÁreo...170

Don Pedro. (Exasperado.) ¿Pero quÉ hace en Madrid CesÁreo, pregunto yo, si no revuelve el mundo por sacarnos de este pantano?

Corral. (Recordando.) Tengo el gusto de anunciar a los seÑores Marqueses que su hijo D. CesÁreo llegarÁ hoy.175

Don Pedro. (Gozoso.) Mi hijo... aquÍ!

Filomena. (Gozosa.) CesÁreo! ¿CÓmo lo sabe usted?

Corral. Por un telegrama que recibiÓ esta maÑana el Alcalde.180

Don Pedro. Me sorprende mucho.

Filomena. A mÍ no, sabiendo que estÁ aquÍ Teodolinda.

Don Pedro. La ricachona americana, la super-mujer, poseedora, segÚn dicen, de un capital de diez millones185 de pesos... No creo en cuentos de hadas; no creo que existan diez millones de duros, ni que una viuda los posea.

Don Rafael. ¿Ni creerÁ usted que le ha dado la ventolera de adquirir las propiedades mÁs valiosas de la190 provincia?

Don Pedro. (EscÉptico.) Tampoco... Ni creo que con esa seÑora, con ese mito, tenga relaciÓn el viaje de CesÁreo.

Corral. Que en Madrid fueron novios o cosa tal,195 se ha dicho en Agramante.

Filomena. Es cierto: en Madrid, el invierno Último.

Don Pedro. Pero aquello pasÓ... pura flirtation, galanteo fugaz...

Filomena. Ah!... no sabemos...200

Don Pedro. (Malhumorado.) Digo que terminÓ.

Filomena. Muy pronto lo afirmas.

Don Rafael. (Con cierto misterio.) Yo puedo asegurar que ayer, hablando con Teodolinda...

Don Pedro. (Con sÚbito interÉs.) ¿QuÉ...?205

Filomena. (Lo mismo.) ¿QuÉ...?

Don Rafael. Pues hablando ayer con ese PotosÍ en figura humana... fue a entregarme una cantidad, y no floja, para los pobres...

Don Pedro. ¿Y quÉ dijo?210

Don Rafael. No sÉ cÓmo ni por quÉ nombramos a los seÑores Marqueses de Alto-Rey... Se hablÓ de...

Corral. Estaba yo presente. Se hablÓ del desastre de esta noble familia...

Don Rafael. Hizo grandes elogios de CesÁreo, de su215 inteligencia, de su gallardÍa...

Corral. Y al fin dijo que no pensaba volver a casarse.

Don Rafael. (Con viveza y enojo.) No: no dijo eso, Corral.

Corral. Don Rafael, mire que estoy bien seguro...220

Don Rafael. (Con energÍa.) No dijo eso, sino todo lo contrario. Y yo me permitÍ aconsejarle... vamos, le indiquÉ... cuÁn conveniente le serÁ un sostÉn... un compaÑero de la vida que le ayude a llevar la carga de tan desmedidas riquezas.225

Don Pedro. (ExcitadÍsimo.) Mi querido Corral, usted, que es la gaceta de Agramante, hÁgame el favor de enterarse del telegrama recibido por el Alcalde... si es verdad que viene CesÁreo...

Filomena. Y a quÉ hora...230

Corral. Voy al punto.

Don Pedro. InfÓrmese tambiÉn de si esa seÑora...

Corral. Ya saben que alquilÓ la finca de Lugones, con magnÍfico parque...

Don Rafael. Y esta noche da una fiesta... al aire235 libre.

Corral. Lo que llamamos garden party, o garden no sÉ quÉ, con baile, buffet, farolitos...

Filomena. Querido Corral, no se entretenga...

Corral. Vuelvo. (Vase presuroso.)240

Escena IV

Don Pedro, Filomena, Don Rafael; despuÉs Cirila.

Filomena. QuÉ paso lleva el oficioso seÑor!

Don Pedro. Muestrario de pedrerÍa falsa...

Don Rafael. Falsa, no: todo lo que lleva al exterior es de ley. El corazÓn sÍ que es falso, y la voluntad puro vidrio.245

Don Pedro. ¿Tiene dinero este hombre?

Don Rafael. Don Faustino del Corral, o de los Corrales, no se dejarÁ ahorcar por un milloncejo de pesetas.

Filomena. JesÚs me valga!

Don Pedro. HarÁ prÉstamos en condiciones250 ventajosas.

Don Rafael. Suele dar dinero al tres por ciento mensual, con garantÍa hipotecaria.

Don Pedro. Y a retro quizÁs. El hombre no quiere arriesgarse.255

Filomena. ¿Y a los pobres no da?

Don Rafael. Oh! sÍ: en la suscripciÓn para la Casa de Misericordia figura con una suma mensual.

Filomena. SerÁ considerable.

Don Rafael. Noventa cÉntimos.260

Cirila. (Entrando por el fondo con cartas y periÓdicos.) El correo. (DirÍgese a la mesa de la izquierda, a la que va tambiÉn don Pedro.)

Filomena. (A la derecha, con don Rafael.) La sordidez, ave rastrera, hace casi siempre sus nidos en las265 arcas mÁs llenas de caudales.

Don Rafael. AsÍ como la caridad, ave del Cielo, suele acomodarse en las arcas vacÍas. Triste humanidad!

Filomena. Por eso yo, en mis angustias actuales,270 me acuerdo de los que aun son mÁs pobres que yo...

Don Rafael. (Elogiando.) Mucho, mucho!

Don Pedro. (A Cirila.) AguÁrdate, que algo hay que llevar al correo. (En voz alta, mirando el sobre de una carta.) Filomena, carta de tu madre. (La da a Cirila,275 que la lleva a su seÑora.)

Filomena. ¿Han escrito los niÑos?

Don Pedro. No; pero me escribe el Rector que estÁn buenos y contentÍsimos... Perico muy aplicado, Ricardillo un poco travieso...280

Filomena. Pero buenos y sanos, que es lo que importa. (Abre la carta de su madre.)

Don Pedro. (A Cirila, quitÁndole una de las cartas que le ha dado.) QuÉ cabeza! Ésta, para CesÁreo, no va... Aguarda, voy a concluir Ésta.285

Filomena. (Aparte a don Rafael, gozosa, despuÉs de leer la carta.) Para que se vea si tengo razÓn en poner toda mi confianza en el auxilio celestial. Mi pobre madre, que hoy sufre tambiÉn penuria, aunque no tanta como yo, me manda por segunda vez una corta cantidad.290

Don Rafael. ¿TambiÉn por conducto mÍo?

Filomena. SÍ: usted recibirÁ el libramiento.

Don Rafael. Pues maÑana mismo...

Filomena. No: no me lo traiga usted. Eso que Dios me envÍa, en su culto y en obras de piedad quiero295 emplearlo.

Don Rafael. FÍjese usted, amiga mÍa, en sus necesidades. (Siguen hablando en voz baja.)

Don Pedro. (Cerrada la carta que ha escrito, la da a Cirila.) Oye: si viene esa seÑora a invitarnos...300

Cirila. ¿QuÉ seÑora?

Don Pedro. La super-mujer. ¿Podremos obsequiarla con un tÉ? Dime, ¿queda algo de aquel Porto riquÍsimo que trajimos de Madrid?

Cirila. SeÑor, lo poco que queda resÉrvelo... (Sigue305 diciÉndole que la despensa estÁ poco menos que vacÍa.)

Filomena. (Aparte a don Rafael.) Dios cuida de nosotros. ¿Por quÉ conducto? Por Éste, por otros que no podemos presumir. Entre tanto, reÚna usted lo que310 ahora manda Dios con lo que antes vino, y el total divÍdalo en tres partes: la una sea para sufragios por el alma de mi padre, por la de los hermanos mÍos y de mi esposo. La otra, la distribuye usted entre los pobres. Con la Última parte quiero ofrecer a la SantÍsima Virgen315 del Rosario un manto nuevo. (Concluye don Pedro de hablar con Cirila y Ésta se va.)

Don Rafael. Ya podrÁ pasarse por este aÑo con el viejo. Nuestra SeÑora es modesta: no se paga de ostentaciones...320

Filomena. Don Rafael, es mi gusto; es un anhelo ferviente.

Don Rafael. Bueno, bueno. No hablemos mÁs. (Don Pedro, en pie junto a la mesa, reconoce papeles con febril inquietud, irascible.)325

Don Pedro. Filomena, ¿dÓnde diablos me habÉis puesto...?

Filomena. (Acudiendo a su lado.) ¿QuÉ, hijo?

Don Pedro. Es MarÍa la que sabe... (Llamando.) MarÍa, Mariucha!330

Filomena. (Mirando por el balcÓn.) Esa hija...! En la plaza no la veo.

Don Pedro. Pues que la busquen, que la traigan.

Don Rafael. (AsomÁndose por el fondo.) Si estÁ aquÍ, en el patio! Habla con las vecinas que llenan sus335 cÁntaros en la fuente... Hace fiestas a los chiquillos. (La llama por seÑas.) Es la bondad misma.

Filomena. (Con profunda tristeza.) Pobre Ángel caÍdo en este pozo!

Escena V

Los mismos; MarÍa por el fondo. Viste con sencilla elegancia, sin que en su atavÍo se conozca la pobreza de la familia.

MarÍa. (Serena, risueÑa.) AquÍ estoy.340

Don Pedro. Pero, hija de mi alma, ¿quÉ hacÍas?

MarÍa. Me entretuve viendo y examinando nuestra vecindad. En el segundo patio he visto unas familias pobres muy simpÁticas, unos chiquillos saladÍsimos. He hablado con cuantas mujeres vi, preguntÁndoles de quÉ345 viven, cÓmo viven, quÉ comen... Y sus nombres, edad, familia, todito les preguntÉ... Tengo ese defecto: soy una fisgona insufrible...

Filomena. Eres una chiquilla.

MarÍa. Pues en este patio primero tenemos vecinos350 de mucha importancia. A esta parte, al extremo de la galerÍa de cristales por donde salimos al patio, tenemos de vecino a un carbonero.

Don Rafael. AlmacÉn de carbones, sÍ. El dueÑo es un hombre excelente, muy trabajador... Le355 conozco...

MarÍa. Por cierto que pasÉ un susto...! Como me da por verlo todo, me plantÉ en la puerta mirando aquella caverna tenebrosa. De pronto, saliÓ de lo mÁs hondo un hombre horrible, la cara negra, tiznada; los360 ojos, como ascuas, relucÍan sobre la tez manchada de carbÓn... DespuÉs me echÉ a reÍr. El hombre me dijo: «SeÑorita, ¿en quÉ puedo servirle?» Y yo...

Filomena. (InterrumpiÉndola.) Vaya que ponerte a hablar con un bruto semejante!365

MarÍa. Si es un hombre finÍsimo; si me quedÉ asombrada de oÍrle!

Don Rafael. Mucho, mucho! Ya les contarÉ algo de ese y otros vecinos.

MarÍa. Todos me han parecido la mejor gente del370 mundo, incluso el negro. ¿Y quÉ me dices, papÁ, del espectÁculo de esa plaza, hoy dÍa de mercado? TÚ no lo has visto; tÚ, mamÁ, tampoco.

Filomena. Ya nos fijamos al pasar...

MarÍa. Os aseguro que nunca vi cosa que mÁs me375 divirtiera. Esos pobres campesinos que vienen de tan lejos con el fruto de su trabajo!... Venden lo que les sobra, compran lo que necesitan. Abrumados llegan, abrumados parten, con el peso de la vida que va y viene, sube y baja... Unos traen grano, otros panes, otros380 hortalizas, cochinitos chicos tan monos... AquÉllos una carguita de leÑa: son los mÁs pobres; Éstos cargas de lana: son los mÁs ricos... En todos los puestos, en todos los grupos me metÍa yo con Teresa y Ramona, y a todos preguntaba: ¿De dÓnde sois? ¿CuÁnto os385 valen las hogazas?... Por esa carga de leÑa, ¿quÉ os dan?... Con esos cinco reales, ¿quÉ comprÁis ahora? ¿A cÓmo dais la ristra de cebollas?... Y esas enjalmas rojas para los borricos, ¿cuÁnto valen?... ¿HabÉis hecho buen negocio?... ¿Este trigo es toda vuestra390 cosecha?... ¿ComprarÉis cochinito?... ¿Lo engordarÉis hasta que le arrastre la barriga?... ¿Y vosotros nunca comÉis estos pollos, estos patos?... ¿QuÉ comÉis?... ¿Y vuestros nenes se han quedado allÁ solitos?... Cuando volvÉis allÁ, ¿quÉ os dicen las pobres395 criaturas?

Filomena. Vaya, que eres de verdad reparona y entremetida!... un Ángel a quien interesan las cosas de la tierra mÁs que las del Cielo.

Don Rafael. (Con calor.) MÁs, no, seÑora; lo400 mismo.

MarÍa. Es que gozo lo indecible, me lo pueden creer, viendo este hormigueo de la vida de los pequeÑos: cÓmo viven, cÓmo luchan, cÓmo se defienden... Y no sÉ si reÍrme o llorar cuando pienso que no son ellos mÁs pobres405 que yo.

Don Pedro. (MelancÓlico.) MÁs ricos... No hay riqueza como la ignorancia.

Filomena. Riqueza y pobreza, por nuestros deseos se miden.410

MarÍa. Ello es que los veo contentos, al menos tranquilos, y su contento y su tranquilidad se me comunican... Vedme alegre, confiada, con muchas ganas de infundiros a todos confianza y alegrÍa.

Don Pedro. (DirÍgese a la mesa.) Ven aquÍ, ven415 aquÍ... Dime, ante todo, dÓnde metiste las esquelas de... (Se sienta.)

MarÍa. (Aparte, suspirando.) CorazÓn mÍo, poco te durÓ el contento. (Abriendo un cajÓn de la mesa.) Si estÁn aquÍ!420

Don Pedro. Ah! dame...

Don Rafael. SeÑor MarquÉs, con su permiso... ¿Tiene algo que mandarme?

Don Pedro. (DisponiÉndose a escribir una carta.) Querido cura: que no nos olvide en sus oraciones.425

Don Rafael. Ah! por mÍ no ha de quedar. (Viendo escribir a su padre, y sabiendo lo que escribe, MarÍa manifiesta gran aflicciÓn.)

Filomena. (Aparte a don Rafael al despedirle.) ¿Se ha fijado bien, don Rafael, en lo que le dije de la430 distribuciÓn...?

Don Rafael. Mucho, mucho! Descuide: lo harÉ a toda conciencia, con plena conciencia de mi deber. (Vase por el fondo.)

Don Pedro. (Sin dejar de escribir.) Filomena, que435 me preparen el baÑo.

Filomena. IrÉ yo misma. No hay que agobiar a la pobre Cirila. (Vase por la derecha.)

Escena VI

MarÍa, Don Pedro.

Don Pedro. (Mostrando a su hija las cartas que Ésta sacÓ.) CuidarÁs de que hoy mismo lleguen a su destino.440

MarÍa. (Angustiada.) Ay, papÁ mÍo! dÉjame que te diga... ¿No te sientes humillado, degradado, con pedir limosna de esta manera?

Don Pedro. (Irascible.) ¿Y quÉ he de hacer? ¿Estoy en el caso de solicitar un jornal del Ayuntamiento,445 y ponerme a picar piedra en un camino, o a recoger las basuras de las calles?

MarÍa. Pues mira tÚ: yo preferirÍa eso.

Don Pedro. ¿PreferirÍas verme...?

MarÍa. Lo harÍa yo si pudiera... romper piedras,450 barrer las calles de Agramante.

Don Pedro. Toma las cartas y mÁndalas esta tarde. He agregado una... para ese Corral...

MarÍa. (ResistiÉndose a tomar las cartas.) Ay, Dios mÍo, Dios mÍo! (Llorosa, permanece en resistencia455 pasiva.)

Don Pedro. (Con severidad.) ObedÉceme... No me irrites...

MarÍa. Bueno, papÁ: harÉ todo lo que me mandes. (Toma las cartas y las guarda en el bolsillo.) Es mi deber...460 Pero di, ¿no hay otro medio? (Recordando.) Ah! me dijeron que viene CesÁreo. ¿Lo sabÍas?

Don Pedro. SÍ.

MarÍa. ¿Y no esperas que CesÁreo te traiga...? Aguardemos a que llegue...465

Don Pedro. Lo que traiga tu hermano, que no serÁ mucho, lo necesitarÁ para sÍ. EstÁ obligado a conservar aquÍ cierto brillo y... No puedo explicÁrtelo.

MarÍa. Sin tus explicaciones lo comprendo. ¿Crees que se me escapan las ideas tuyas, las ideas de toda la470 familia? Mi hermano hizo la corte a esa viuda millonaria... Tal vez ahora...

Don Pedro. No sÉ... PodrÍa ser...

MarÍa. (Con agudeza.) ¿Y no se te ha ocurrido que de estos petitorios podrÍa la dama ricachona enterarse?475 QuÉ dirÍa, quÉ pensarÍa de nosotros!

Don Pedro. (Confuso.) SÍ; pero... Se harÍa cargo... No obstante, la idea de que la viuda se entere, me inquieta un poco.

MarÍa. Esta maÑana, cuando salÍa yo de la iglesia480 con Vicenta Pulido, vi a la millonaria. Ay, quÉ facha, quÉ cargazÓn de sedas, de plumas, de encajes, de joyas! Cuentan por ahÍ que lleva las ligas recamadas de perlas, y que en su casa de Madrid hay mÁs plata que en una catedral.485

Don Pedro. Lo creo...

MarÍa. Y que las mesas de noche son de marfil, y otras cosas... de lÁpiz-lÁzuli... Su aspecto es de una rastaquouÈre tremenda y de una cursi estrepitosa.

Don Pedro. Nunca la he visto. Dicen que es490 hermosa.

MarÍa. Lo fue el aÑo de la RevoluciÓn de Septiembre, cuando tÚ todavÍa no te habÍas casado.

Escena VII

Los mismos; Filomena, Cirila.

Filomena. (Por la derecha.) Ya tienes el baÑo pronto.495

Don Pedro. Voy... (Al salir detiÉnese preocupado.) Si vuelve ese maldito Pocho... le decÍs... que maÑana. (Entra Cirila por el fondo y habla con MarÍa.)

Filomena. No prometas nunca para maÑana... TÓmate mÁs tiempo.500

Don Pedro. Tienes razÓn... Mejor serÁ el lunes... seguro, el lunes. (Vase por la derecha.)

Cirila. La he visto entrar en el patio.

Filomena. ¿QuiÉn?

Cirila. La seÑora Alcaldesa. Creo que viene acÁ.505 (Entra Vicenta por el fondo.)

MarÍa. Ya estÁ aquÍ. (Vase Cirila.)

Escena VIII

MarÍa, Filomena, Vicenta; despuÉs Cirila.

Vicenta. Amigas muy queridas: un aviso, una peticiÓn, y me voy al instante.

Filomena. Ante todo, ¿sabe usted si viene CesÁreo?510 Su marido de usted ha recibido un telegrama...

Vicenta. No sÉ nada. En casa estuve despuÉs de misa. NicolÁs habÍa salido.

MarÍa. ¿No se sienta? (Se sientan las tres.)

Vicenta. Un momento... Lo primero, advertir a515 ustedes que Teodolinda viene en persona a invitarlas.

Filomena. ¿Esta tarde?

Vicenta. No: antes de mediodÍa. ¿IrÁn ustedes a la fiesta veneciana?

Filomena. La verdad... no quisiÉramos...520

Vicenta. Por Dios, Marquesa! Esta pobre niÑa debe distraerse, lucir su belleza...

Filomena. SÍ, sÍ... MarÍa irÁ con usted...

Vicenta. Para mÍ no hay mayor honra... (A MarÍa.) Y me enorgullece llevarla a usted conmigo, aunque a525 su lado resultarÉ una facha.

MarÍa. Por Dios, Vicenta!...

Vicenta. Usted ha traÍdo todo su guardarropa, de Última moda, elegantÍsimo, y yo...

MarÍa. ¿No me dijo usted que esperaba hoy el vestido530 de garden party que encargÓ a Madrid?

Vicenta. (Desconsolada.) Pero no vendrÁ, quÉ pena! (Saca una carta.) Vean la carta de la modista, que ha sido como un rayo... (Lee.) «Imposible remitir hoy...» Este contratiempo me anonada.535

Filomena. Lo comprendo. Contar con una cosa y...! Las modistas son tremendas.

Vicenta. Pues ahora viene la sÚplica. En este conflicto no veo mÁs que una soluciÓn: arreglar un vestido que estrenÉ aÑo pasado, cuando vino el Ministro de540 Fomento y se alojÓ en mi casa. Pero desconfÍo de que mi hermana y yo podamos arreglarlo con toda la elegancia que deseo. Ustedes me indicarÁn... Perdonen mi impertinencia. El puesto que ocupa NicolÁs me obliga a ser la mÁs elegante del pueblo. No quiero hacer mal545 papel. NicolÁs se disgustarÍa con esto mÁs que si perdiera las elecciones.

Filomena. EnseÑarÉ a ustedes un modelo que traje. (Las interrumpe Cirila entrando presurosa por el fondo.)

Cirila. SeÑora... ahÍ sube.550

Filomena. ¿QuiÉn?

Cirila. Esa seÑora tan...

Vicenta. Teodolinda!

MarÍa. La rastaquouÈre...!

Vicenta. (A Filomena.) VerÁ usted quÉ lujo tan555 desfachatado! (Entra Teodolinda. Su figura y vestido son conformes a las descripciones que de ella se han hecho. Vase Cirila.)

Escena IX

Filomena, MarÍa, Vicenta, Teodolinda.

Teodolinda. SeÑora Marquesa, me perdonarÁ usted que haya sido muy inconveniente en la elecciÓn de hora560 para mi visita.

Filomena. Oh! el honor que recibimos no sabe hacer distinciÓn de horas. (Se sientan: MarÍa al extremo izquierda.)

Teodolinda. Y hemos de convenir en que la vida de565 campo forzosamente ha de relajar un poco la etiqueta social.

Filomena. Seguramente.

Teodolinda. PerdÓneme la seÑora Alcaldesa si llamo campo a esta preciosa villa, tan culta, modelo de policÍa570 y urbanizaciÓn.

Vicenta. Campo es... con casas... ciudad... al aire libre.

Teodolinda. Y la mÁs hospitalaria que cabe imaginar. Estoy contentÍsima. La casa que he tomado es una preciosidad...575 aunque algo pequeÑa...

MarÍa. (Aparte.) JesÚs! PequeÑa dice. Y la edificaron para convento! Pues que le traigan el Escorial.

Teodolinda. El parque muy frondoso. SerÍa incomparable si tuviera lago...580

MarÍa. (Aparte.) Y mucha agua!

Teodolinda. Y una extensiÓn de quinientas hectÁreas.

Filomena. A propÓsito de extensiones de tierra, se dice que usted adquiere pertenencias mineras y bienes raÍces en la provincia.585

Vicenta. Y un monte grandÍsimo, y tres dehesas...

Teodolinda. Que me gustarÍa poder juntar en una sola, para formar una propiedad verdaderamente regia.

MarÍa. (Aparte.) Cuatro dehesas juntas! para que esta fiera tenga donde pasearse a sus anchas.590

Filomena. HarÁ usted todo lo que se le antoje, y no habrÁ ilusiÓn ni capricho que no pueda satisfacer.

Teodolinda. (Con refinada amabilidad.) Por lo pronto, seÑora Marquesa, aquÍ me trae la ilusiÓn de que usted y su linda hija honren esta noche mi casa.595

Filomena. Mi esposo y yo agradecemos a usted en el alma su invitaciÓn. (Suspirando.) Nos hallamos bajo el peso de tristezas y desazones que excluyen todo regocijo. Pero no privaremos a nuestra hija de esa magnÍfica fiesta. Cuente usted con MarÍa, que irÁ con la seÑora600 Alcaldesa.

Teodolinda. Amiga mÍa, del mal el menos... Su preciosa hija serÁ la flor mÁs lucida de mi jardÍn, y la estrella mÁs brillante de mi noche... quiero decir... de la noche de... (EmbarullÁndose, no puede acabar el605 concepto.)

Filomena. (Comprendiendo.) SÍ, sÍ... ya...

MarÍa. (Aparte.) Ay, Dios mÍo, se le acabÓ la cuerda!

Filomena. MarÍa agradece tanta bondad... y tendrÁ610 mucho gusto...

MarÍa. GrandÍsimo placer... SerÁ una fiesta esplÉndida, nunca vista en Agramante.

Teodolinda. Las seÑoras de esta culta villa le darÁn todo su encanto.615

Vicenta. Y encanto mayor usted...

MarÍa. Usted, la amable dueÑa de la casa, la opulenta anfitrionisa...

Escena X

Los mismos; Corral, presuroso, por el fondo.

Corral. SeÑor MarquÉs, seÑoras...

Filomena. (Alarmada, se levanta.) ¿QuÉ noticias,620 Corral?

MarÍa. ¿Viene mi hermano?

Corral. Ya estÁ en Agramante... Le vi en la estaciÓn. Salieron a recibirle el Alcalde, el Coronel de la zona, el Juez municipal y el Contratista de la traÍda de625 aguas... Al instante vendrÁ. ¿Y el seÑor MarquÉs? (Hace reverencia a Teodolinda.)

Filomena. (A MarÍa.) Ve, hija: dale prisa... (Vase MarÍa por la derecha.)

Corral. (A Filomena.) Debo anticipar a usted que630 CesÁreo sÓlo estarÁ en Agramante algunas horas. Esta tarde tomarÁ el tren mixto para llegar a Santamar, la capital de la provincia, antes que salga de allÍ el Ministro de la GobernaciÓn, que ha ido a inaugurar el nuevo Presidio.635

Escena XI

Los mismos; Don Pedro; tras Él, MarÍa.

Don Pedro. Ya sÉ... ya me ha enterado MarÍa... (A Teodolinda muy cortÉs.) SeÑora mÍa, crea usted que me confunde el honor que hace a esta humilde casa...

Teodolinda. La casa y familia, dignas son de todos los honores. La casa es un soberbio palacio. Al venir640 aquÍ, he admirado por tercera vez la hermosa fachada plateresca. QuÉ maravilla, seÑor MarquÉs!

Filomena. (Con tristeza.) Esa maravilla y otras ay! fueron nuestras.

Don Pedro. Cuando Dios querÍa...645

Teodolinda. Y quiÉn sabe si volverÁn, cuando menos se piense, a su primitivo, a su ilustre dueÑo!

Don Pedro. QuiÉn sabe...! CesÁreo tal vez, si adquiere, como yo espero y Él merece, una elevada posiciÓn en la polÍtica...650

Teodolinda. Ya sabe usted que estÁ aquÍ.

Don Pedro. Le esperamos por instantes.

Corral. Pronto vendrÁ. Han querido enterarle del asunto de las aguas...

Filomena. (Impaciente.) Mucho tardan.655

Vicenta. La culpa es de mi marido.

Corral. (Que ha mirado por el fondo.) Ya vienen, ya suben, ya estÁn aquÍ. (Corren Filomena y MarÍa al encuentro de CesÁreo. Le abrazan y besan cariÑosamente. Tras de CesÁreo entran el Alcalde, RoldÁn y Bravo. Don660 Pedro ha permanecido junto a Teodolinda.)

Escena XII

Los mismos; CesÁreo, el Alcalde, RoldÁn, Bravo. RoldÁn es ordinario, de mediana edad; Bravo, persona fina, abogado joven.

CesÁreo. (Con emociÓn.) MamÁ, te encuentro bien. TÚ, Mariucha, te has repuesto... Estos aires... (Avanza. Ve a don Pedro y se abrazan tiernamente.)

Alcalde. Nos hemos permitido secuestrarle por unos665 minutos.

RoldÁn (Contratista). Perdonen los seÑores Marqueses...

Bravo (Juez municipal). Los intereses del pueblo nos han hecho olvidar la felicidad de la familia.670

Don Pedro. QuÉ sorpresa, hijo; quÉ alegrÍa! (Indicando la presencia de Teodolinda.) Y no es una sorpresa sola.

CesÁreo. (DirigiÉndose a Teodolinda.) Ya me dijo el Alcalde... (Corral habla con MarÍa; RoldÁn y Bravo675 con Filomena.)

Teodolinda. ¿Que estaba yo aquÍ? (AlargÁndole su mano.) Pues ha sido de lo mÁs casual... Yo no sospechaba...

Don Pedro. Con piedra blanca marco esta coincidencia680 felicÍsima. La alegrÍa de verte y el honor de esta visita.

Teodolinda. Ya ve usted, CesÁreo, cÓmo no se pueden hacer profecÍas.

CesÁreo. Ya, ya... (Don Pedro habla con el685 Contratista.)

Teodolinda. La Última vez que estuvo usted en mi casa saliÓ diciendo que ya no nos verÍamos mÁs.

CesÁreo. Antes profetizÓ usted otra cosa, Teodolinda, que no fue confirmada.690

Teodolinda. Tal vez... Lo que prueba que todos somos muy malos profetas. Aleccionada por la pÍcara realidad, que asÍ nos desmiente, ya no profetizo, CesÁreo. (Se levanta.)

Don Pedro. (Desconsolado.) ¿Tan pronto?695

Teodolinda. Oh! no desconozco lo que son estos momentos para una familia cariÑosa...

Filomena. (Acudiendo a despedirla.) SeÑora, amiga mÍa...

Corral. (Aparte a MarÍa, con galanteo meloso.) Si700 usted va, ¿cÓmo he de faltar yo? IrÉ tras el lucero buscando en su brillo un rayito de esperanza.

MarÍa. Ay, quÉ empalagoso!

Teodolinda. (DespidiÉndose de MarÍa.) Que no me falte, por Dios. No tendrÍa yo consuelo.705

MarÍa. Mil y mil gracias.

Teodolinda. (A CesÁreo.) Y usted ¿no querrÁ dar un vistazo a mi fiesta?

CesÁreo. Imposible, Teodolinda.

Don Pedro. QuÉdate, hijo...710

CesÁreo. Imposible.

Teodolinda. Ya no le ruego mÁs. Cuando se obstina en hacerse el interesante...!

CesÁreo. Es absolutamente preciso que yo salga en el tren de las cinco.715

Teodolinda. Ya: tiene que conferenciar con el Ministro. De ello dependerÁ la salvaciÓn de la patria.

CesÁreo. No salvarÉ a la patria... QuizÁs salve a una parte de ella.

Teodolinda. En fin, adiÓs y buen viaje. Si quiere720 comer conmigo... A la una en punto... Pero quÉ tonta! El corto tiempo de que dispone pertenece a la familia.

Don Pedro. Antes que nosotros estÁ la cortesÍa. IrÁ, Teodolinda; aceptarÁ su amable invitaciÓn.725

CesÁreo. No, no...

Teodolinda. VerÁ usted, MarquÉs, cÓmo nos deja mal a todos. AdiÓs, adiÓs. (Las seÑoras la acompaÑan hasta la puerta. Corral, con oficiosa galanterÍa, va tras ella ofreciÉndole el brazo para conducirla hasta la730 calle.)

Vicenta. (Al Alcalde.) NicolÁs, vÁmonos.

Alcalde. (DespidiÉndose.) SeÑor MarquÉs, muy suyo siempre. Luego le explicaremos este asunto de las aguas...735

RoldÁn. El giro que quieren dar al expediente es de lo mÁs desatinado...

Bravo. A todos nos preocupa hondamente...

Don Pedro. A mÍ tambiÉn... a mÍ tambiÉn... No se aparta de mi pensamiento la traÍda de los diez millones...740 digo, de las aguas, la traÍda de aguas...

Vicenta. (A Filomena.) VolverÉ esta tarde... VerÉ ese modelo...

MarÍa. (Despidiendo a Vicenta.) AdiÓs... hasta luego...745

RoldÁn. (DespidiÉndose del MarquÉs.) Siempre a sus Órdenes...

Bravo. (Ídem.) Repito...

Alcalde. (Ídem.) Felicidades. (Salen Vicenta, el Alcalde, RoldÁn y Bravo.)750

Filomena. (Cogiendo a CesÁreo del brazo.) Ven y verÁs cÓmo nos hemos instalado.

Don Pedro. (ReteniÉndole.) Luego irÁ. Dejadle un rato conmigo. (Les hace seÑa de que se alejen.)

MarÍa. Pero que sea cortito. TambiÉn nosotros755 tenemos que charlar...

Filomena. DÉjale ahora. Tienen que hablar a solas. (Se va, llevÁndose a MarÍa.)

Escena XIII

Don Pedro; CesÁreo, que se sienta, pensativo, apoyada la frente en la mano.

Don Pedro. (En pie.) Acepta, hijo, acepta la invitaciÓn de esa seÑora.760

CesÁreo. ConvÉncete, papÁ, de que Teodolinda es una esperanza inmensamente remota, un sueÑo...

Don Pedro. Pero... en Madrid, el invierno Último, dijiste a tu madre...

CesÁreo. SÍ, lo dije... yo soÑaba... creÍ poder traer765 a casa la lÁmpara de Aladino.

Don Pedro. TÚ le hacÍas la corte.

CesÁreo. SÍ.

Don Pedro. ¿Hubo rompimiento?

CesÁreo. Absoluto.770

Don Pedro. ¿Iniciado por ti?

CesÁreo. Por ella.

Don Pedro. Al invitarte ahora, quizÁs desea reanudar...

CesÁreo. No la conoces. Teodolinda no es toda vanidad:775 tiene inteligencia, sentido prÁctico, que aprendiÓ de los yankees. Conoce bien nuestra desgracia, el abismo de descrÉdito en que hemos caÍdo... Teme el ridÍculo... Coquetea con sus millones, como otras coquetean con sus gracias...780

Don Pedro. (Suspirando, con gran desaliento.) Bien... no digo nada.

CesÁreo. Pero con todo... (Dudando.) ¿IrÉ a comer? (Con resoluciÓn sÚbita.) IrÉ. ¿QuÉ pierdo en ello? (Se levanta.)785

Don Pedro. Nada pierdes... Y quiÉn sabe si...!

CesÁreo. No, papÁ: hoy, pensar en eso es un delirio. PodrÍa no serlo... (Meditabundo.)

Don Pedro. ¿CuÁndo? ¿En quÉ caso?790

CesÁreo. En el caso de que yo adquiriese la posiciÓn polÍtica que busco, que creo tener ya... casi casi en la mano.

Don Pedro. Entendido. (Impaciente.) Vete, hijo, vete. Toma el tren. Por Dios, habla con el Ministro795 esta noche, maÑana...

CesÁreo. Esta noche sin falta.

Don Pedro. Yo espero, tragando amargura, sufriendo humillaciones, devorando sonrojos. ¿Pero quÉ importa?...800

CesÁreo. (Echando mano al bolsillo para sacar su cartera.) Y a propÓsito, papÁ... Tengo muy poco dinero, poquÍsimo...

Don Pedro. Pues dÉjalo para ti, que lo necesitarÁs mÁs que nosotros...805

CesÁreo. Tengo lo preciso para llegar a Santamar y volverme a Madrid... Pero en Santamar estÁ Jacinto MondÉjar, que me ha ofrecido prestarme una cantidad...

Don Pedro. Pues a la vuelta me la darÁs.810

CesÁreo. ¿De veras podrÉis pasar...? (Mostrando la cartera, en ademÁn de abrirla.)

Don Pedro. Pasaremos... MÁs pasÓ Jesucristo. Adelante, hijo... Por delante siempre tÚ, el Único redentor posible de la familia.815

Escena XIV

Don Pedro, CesÁreo, MarÍa; despuÉs Filomena.

MarÍa. (Por la derecha, entreabre la puerta y se asoma cautelosa.) PapÁ y hermano, ¿no me permitirÉis curiosear un poquito?

Don Pedro. Entra ya, hijita.

CesÁreo. (LlamÁndola cariÑoso.) Ven, que aÚn no820 he podido abrazarte a mi gusto. (Se abrazan.) Pobre Mariucha! Recluida en este medio social tan impropio de ti, entre tanta vulgaridad!

MarÍa. No creas... Me acomodo perfectamente a esta vida provinciana.825

CesÁreo. PapÁ, a todos recomiendo un exquisito cuidado de esta joya. (Con entusiasmo.) Joya, digo: cuerpo y alma de lo mÁs selecto que da de sÍ la humanidad. Velad por ella sin descanso. Mariucha! (AcariciÁndola.) Mi Mariucha! Merece que nos desvivamos830 por llevarla a su esfera natural, donde luzca, donde brille...

MarÍa. Pero, tontÍn, ¿quieres llevarme a donde hay tanta luz? Si alguna tengo en mÍ, mejor brillarÉ en la obscuridad.835

Don Pedro. Ah! Veremos quiÉn estÁ en lo cierto.

Filomena. Ven, CesÁreo, para que veas cÓmo nos hemos instalado en este medio palacio. No nos falta comodidad.840

CesÁreo. EnseÑadme vuestra habitaciÓn, la de MarÍa... (Vase con Filomena por la derecha.)

Escena XV

MarÍa; Don Pedro, que muy excitado y hablando solo se pasea por la escena.

MarÍa. PapaÍto, ¿estÁs contento?

Don Pedro. (Sin hacerle caso.) El Ministro, si es hombre agradecido, le acogerÁ bien. RecordarÁ que le845 di la mano en sus primeros pasos.

MarÍa. Dime, papaÍto... (Tras Él sin lograr que la escuche.)

Don Pedro. El Gobierno, la situaciÓn en masa, la Corona, el paÍs... no permitirÁn que la casa de Alto-Rey850 acabe de hundirse...

MarÍa. PapÁ...

Don Pedro. Hija mÍa, no puedo decirte que estoy contento ni que estoy triste. Me encuentro en una expectaciÓn solemne...855

MarÍa. ¿Ves algÚn horizonte? ¿Y por fin, CesÁreo...? CuÉntaselo todo a tu hijita... ¿Te ha traÍdo...?

Don Pedro. No he querido tomar lo poco que trae, pues serÍa loca imprudencia dejar inerme al guerrero que860 se apresta al combate.

MarÍa. JesÚs, pues no estÁs hoy poco imaginativo!

Don Pedro. Digo que nosotros...

MarÍa. (Severa.) Nosotros...865

Don Pedro. Nos arreglaremos.

MarÍa. ¿CÓmo?... PapÁ, por la Virgen SantÍsima, tÚ olvidas el ahogo continuo de esta existencia; el afÁn de ayer, de hoy, de maÑana; la cadena de compromisos, de pequeÑas deudas, que oprime, que envilece...870

Don Pedro. A todo se atenderÁ. ¿Recogiste las cartas?

MarÍa. Las recogÍ... pensaba quemarlas.

Don Pedro. (Vivamente.) No, por Dios.

Escena XVI

Don Pedro, MarÍa, LeÓn. HÁllanse el MarquÉs y su hija junto a la mesa. Entra LeÓn y dice las primeras palabras en la puerta. Trae la cara tiznada; viste traje de pana.

LeÓn. El seÑor MarquÉs...875

Don Pedro. (Aterrado, sin atreverse a mirar a la puerta, creyendo que el que entra es el Pocho.) Otra vez ese hombre!

MarÍa. (Mirando a la puerta.) ¿QuiÉn es?

Don Pedro. (Sin mirar.) Que vuelva... que se880 vaya!... MaÑana... el lunes...

MarÍa. (Reconociendo a LeÓn.) PapÁ, si no es el Pocho!... Es nuestro vecino, el carbonero... digo, el dueÑo del almacÉn de carbones.

LeÓn. (Avanzando respetuoso, pero sin timidez.)885 MolestarÉ muy poco al seÑor MarquÉs...

Don Pedro. Adelante... DÍgame lo que guste. Es usted tÍmido.

LeÓn. TÍmido no soy... Tengo otros defectos, pero Ése no. SÉ hablar con personas distinguidas.890

MarÍa. ¿Oyes, papÁ?

Don Pedro. (ObservÁndole.) En efecto: su lenguaje, sus modales no se avienen con su modesta ocupaciÓn... ¿Y en quÉ puedo servirle?

LeÓn. Soy inquilino del almacÉn y vivienda de este895 primer patio a la izquierda. Mi negocio me pide ya ensanche de local. Quisiera que el seÑor MarquÉs me arrendase toda la crujÍa, hasta la medianerÍa del Juzgado municipal, desalojando el cafetÍn, que no paga alquiler.

Don Pedro. Amigo mÍo, yo no soy el propietario:900 lo fui.

MarÍa. Somos simples inquilinos, como usted... Ese seÑor sastre nos ha cedido esta parte no mÁs...

LeÓn. Ah! Perdone usted: yo entendÍ que habÍa entregado el edificio a los seÑores Marqueses para que905 dispusiesen de todo... arriba y abajo...

Don Pedro. No, hijo mÍo.

LeÓn. AsÍ lo entendÍ. Yo, la verdad, en el caso del Sr. LÓpez, asÍ lo habrÍa hecho.

Don Pedro. Gracias, amigo.910

MarÍa. (Aparte a su padre.) ¿Ves quÉ generoso, quÉ atento?

LeÓn. DispÉnseme el seÑor MarquÉs. Mi peticiÓn resulta una impertinencia. (Hace reverencia para retirarse.)915

Don Pedro. Un momento, vecino... (Con interÉs.) ¿Y quÉ tal, quÉ tal ese negocio?...

LeÓn. Pues no voy mal, seÑor. El desarrollo que han tomado en Agramante las pequeÑas industrias, me ha favorecido mucho.920

MarÍa. Vaya, vaya!

Don Pedro. (RisueÑo.) ¿Con que vamos bien, vamos bien? ¿El trÁfico marcha?

LeÓn. SÍ, seÑor: marcha a fuerza de atenciÓn, de diligencia, de trabajo rudo...925

Don Pedro. (Sumamente amable.) TendrÁ usted su capitalito...

LeÓn. Empiezo a formarlo.

Don Pedro. Bien, joven, muy bien. Y sus ahorros los irÁ usted colocando para obtener nuevas ganancias...930 Bien, amigo mÍo. La vecindad de usted es para mÍ muy grata.

MarÍa. (Con interÉs.) ¿Y todo ese carbÓn lo trae usted de las minas, de los montes?

LeÓn. El mundo estÁ lleno de tesoros, unos escondidos,935 otros bien a la vista... Para cogerlos, hace falta mucha paciencia, mucha, porque...

Escena XVII

Don Pedro, MarÍa, LeÓn, Filomena, CesÁreo.

Filomena. (Que viene disputando con su hijo.) No, no: en la Providencia, sÓlo en la Providencia debemos poner nuestra esperanza.940

CesÁreo. Conforme, mamÁ. Pero de algÚn mediador se ha de valer la Providencia. (Van acercÁndose al centro. Repara en LeÓn.)

MarÍa. (PresentÁndole.) Nuestro vecino, el comerciante en carbones...945

LeÓn. (DespidiÉndose.) Con la venia de los seÑores...

CesÁreo. (Que al verle se ha fijado en Él creyendo descubrir, bajo el tizne, un rostro conocido.) Aguarde un momento, buen amigo. (LeÓn se detiene, rÍgido, parado950 en firme. CesÁreo le contempla fijamente. LeÓn, impÁvido, afronta su mirada.)

MarÍa. ¿QuÉ... le conoces?

Don Pedro. Es un trabajador bien acomodado; un excelente vecino.955

CesÁreo. ParÉceme... (Sospechando.) JurarÍa... (Abandonando su sospecha.) No, no... Perdone usted... CreÍ... No es, no.

LeÓn. (Aparte al retirarse.) Dice que no soy. Tiene razÓn: no soy. (Hace reverencia y sale.)960

Escena XVIII

MarÍa, Don Pedro, CesÁreo, Filomena; despuÉs Cirila.

Filomena. ¿Pero quÉ...? ¿Has visto en Él...?

MarÍa. (Vivamente.) ¿Alguna persona conocida?

CesÁreo. CreÍ ver, al travÉs de lo negro... ¿Os acordÁis de aquel Antonio Sanfelices, sobrino del MarquÉs de Tarfe?...965

Filomena. JesÚs! El mayor calavera de Madrid.

Don Pedro. ¿No fue procesado?

MarÍa. SÍ, sÍ: Sanfelices. Pero Éste no es aquÉl, CesÁreo: es otro.

Cirila. (Por el fondo.) Recado de esa seÑora doÑa970 Teodolinda... Que esperan al seÑor don CesÁreo para comer.

MarÍa. (Desconsolada.) ¿Y no come con nosotros? ¿Nuestra compaÑÍa no vale mÁs que el menÚ de esa ferÓstica?975

CesÁreo. Ha llegado el momento de sacrificar hasta los mÁs dulces afectos...

Don Pedro. (SeparÁndole de su hermana.) Vete pronto, hijo; no te hagas esperar.

CesÁreo. Voy, sÍ. (A Filomena y MarÍa.) Y no980 partirÉ sin volver acÁ. Seguro, seguro. (DirÍgese al fondo. Filomena y MarÍa van con Él, prodigÁndole cariÑos. Permanecen en la puerta despidiÉndole.)

Don Pedro. (Junto a la mesa, a la izquierda.) Cirila.985

Cirila. SeÑor.

Don Pedro. No te descuides en traer un buen trozo de carne para rosbif...

Cirila. (Con expresiÓn lastimera, indicando la escasez de recursos.) SeÑor, considere...990

Don Pedro. Considero, considero... que no puedo pasarme sin una alimentaciÓn muy sÓlida.

Cirila. Yo cuidarÉ, seÑor; pero tenga en cuenta...

Don Pedro. (Propendiendo a la irascibilidad.) No ha de faltar crÉdito... Y suceda lo que quiera, ¿he995 de consentir que la anemia me devore?

Cirila. (Aparte.) Dios nos tenga de su mano. (DirÍgese a Filomena: Ésta y MarÍa vuelven de despedir a CesÁreo.)

MarÍa. (Llorosa.) Es una ingratitud...1000

Filomena. Hija, si asÍ conviene... (A Cirila.) Comeremos. (Van hacia la derecha.)

Cirila. SeÑora, ¿no sabe...? (Le cuenta que don Pedro pide rosbif, etc. Vanse por la derecha.)

Escena XIX

MarÍa, Don Pedro; despuÉs Filomena.

Don Pedro. MarÍa, irÁs esta noche a la fiesta de1005 Teodolinda.

MarÍa. (Resignada.) Si vieras, papÁ, quÉ sacrificio es para mÍ...!

Don Pedro. No me repliques. (Vivamente.) Ah! lo principal se me olvidaba. No mandes por ahora esas1010 cartas.

MarÍa. Oh, cuÁnto me alegro! (Las saca del bolsillo.)

Don Pedro. Es que... he pensado... Se mandarÁ sÓlo una. (Toma las cartas y escoge una entre ellas.)1015 Ésta: la reproduces, variando el nombre...

MarÍa. (Suspensa.) ¿Y quÉ nombre se pone?

Don Pedro. El de nuestro amable y simpÁtico vecino...

MarÍa. (Con gran asombro.) El de la cara negra!1020

Don Pedro. VerÁs cÓmo Ése no me desaira.

MarÍa. (Con ansiedad.) ¿Pero quÉ piensas?... ¿CuÁl es tu plan? ¿CÓmo te atreves a solicitar...? Y si luego...! ExplÍcame, papÁ, por Dios...!

Don Pedro. (Con gran confusiÓn en su mente.)1025 No puedo explicÁrtelo!... Siento en mi cabeza un desvanecimiento, una debilidad... Principio de anemia, por causa de la alimentaciÓn insuficiente.

MarÍa. Oh!

Don Pedro. ¿MandarÁs la carta? (MarÍa permanece1030 muda, en profunda meditaciÓn. Pausa.) ContÉstame.

MarÍa. (Con resoluciÓn animosa, alzando la cabeza.) SÍ.

Filomena. (En la puerta de la derecha.) ¿Pero no1035 venÍs a comer?

Don Pedro. SÍ... tengo un apetito...! (DirÍgese a la puerta. MarÍa permanece inmÓvil, meditabunda.)

Filomena. (A MarÍa.) ¿Y tÚ, Mariucha?... ¿quÉ haces, quÉ piensas?1040

MarÍa. Nada. (Impetuosa, despuÉs que les ve alejarse.) La muerte, SeÑor, dame la muerte, o ensÉÑame cÓmo hemos de vivir!


                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

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