ACTO CUARTO

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Explanada de la Ermita del Cristo, a la subida del monte.—Al fondo, entre follaje, la ermita. Junto a ella una escalerilla tallada en la roca, que da paso al monte, cuya espesura se extiende en plano ascendente por todo el foro.—A la izquierda, arbustos por entre los cuales se abre un sendero que conduce a la Villa. Ésta se supone que estÁ muy cerca, y a un nivel mÁs bajo que la escena.—A la derecha, muro ruinoso con portalada sin puerta. De aquÍ parte un sendero, que se supone conduce al ferial, al Santuario de las Mieses, a la EstaciÓn del ferrocarril y a puntos lejanos de la Villa.—En el centro, un castaÑo corpulento que cubre con sus ramas toda la escena. Junto al tronco, un banco de mamposterÍa, musgoso. Es de dÍa.

Escena Primera

LeÓn, que entra por la izquierda.

LeÓn. Ermita del Cristo: es Ésta... Árbol corpulento. (Lo seÑala.) Y yo aquÍ. (Dudando. Saca con febril presteza una carta.) Lo he leÍdo cien veces, y aÚn me asaltan dudas. (Lee.) «En la ermita... al pie del castaÑo...» Para mayor claridad aÑade: «entre el5 hospital de la Misericordia...» allÍ estÁ la Misericordia (SeÑala un punto cercano y bajo.) «y San Pedro...» aquÉl es San Pedro. (Lo seÑala.) Tampoco puede haber duda en la fecha. La carta dice: «maÑana.» La escribiÓ anoche. Luego maÑana es hoy... Bien claro estÁ:10 aquÍ darÁ contestaciÓn a la carta que puse en su bendita mano... AquÍ, antes de la procesiÓn... Y vendrÁ con don Rafael... Un murmullo interior me dice que estÁ prÓxima la ocasiÓn culminante de mi existencia... MarÍa... No, no es loca jactancia creer que corresponde al15 amor mÍo. Esto se conoce, esto se ve, se siente, se respira... Y ahora... (Gran confusiÓn.) aquÍ... al dar a mi carta respuesta verbal, me dirÁ... (Mayor confusiÓn.) Yo me vuelvo loco... ¿quÉ es esto? ¿QuÉ universo nuevo, con nueva luz, se descubre ante mÍ? (Óyense toques de campana,20 lejanos.) Ya estÁn en misa mayor. (Corre a la derecha.) Ya vienen. (Vuelve al centro.) No me dice si debo hacerme el encontradizo o si... ¿Lo dirÁ la carta?... Ya no hay tiempo. (Mirando.) Ya se acercan... EsperarÉ... y ella misma me indicarÁ... (Se oculta entre25 los arbustos de la izquierda. Entran MarÍa y don Rafael por la derecha.)

Escena II

LeÓn, MarÍa, Don Rafael.

MarÍa. (En la portalada dÁndole la mano.) Un pasito mÁs y ya estamos. Ay! no sÉ cÓmo pedirle que me perdone la molestia de esta caminata. (Ve a LeÓn y con30 un signo le manda esperar.)

Don Rafael. Por ser usted quien es, Mariquita, y por la fe que en su soberana virtud tiene este Cura, voy con usted al fin del mundo... Ea, ¿estÁ contenta de mÍ?35

MarÍa. Contenta y agradecida lo que no puede imaginarse. (Le conduce al banco.)

Don Rafael. Bueno... Pues recapitulemos. Usted, al manifestarme la grave resoluciÓn de no seguir a sus padres a Madrid...40

MarÍa. (InterrumpiÉndole.) ResoluciÓn fundada principalmente...

Don Rafael. DÉjeme concluir... Para fundamentar su propÓsito de resistencia... alegaba usted, entre otras razones, un sentimiento que...45

MarÍa. (Vivamente.) Sentimiento que usted conocÍa ya...

LeÓn. (Aparte.) Oh, divina mujer!

Don Rafael. Lo conocÍa, y aconsejÉ a usted... En fin, admitamos el hecho con toda su fuerza. Ayer dije50 a usted que para dar su verdadero valor a ese sentimiento, es menester conocerlo de un modo indudable en su re...

MarÍa. (Impaciente, con gran viveza.) Claro, en uno y otro.

Don Rafael. (La manda callar y sigue.)...ciprocidad,55 en su reciprocidad. Total: que tengo que oÍr a los dos.

MarÍa. Justo.

Don Rafael. Pues ya estamos aquÍ. (Contando.) Usted, uno; yo, dos. ¿Y el tercero?60

MarÍa. Si estÁ aquÍ!

LeÓn. (Avanzando, por indicaciÓn de MarÍa. Se descubre.) AquÍ, don Rafael, con toda la verdad que llevo en mi alma.

Don Rafael. Pues vea yo esas conciencias... la de65 usted, que la de Mariucha ya me la sÉ de memoria.

LeÓn. (SeÑalando el Árbol gigante.) Y que no es Éste mal confesonario, ¿verdad, don Rafael?

Don Rafael. Mucho!... Árbol secular, cuÁntas declaraciones de enamorados, cuÁntos lamentos de70 tristes, cuÁntos planes de ilusos y soÑadores habrÁs oÍdo! Oigamos ahora tÚ y yo, y Dios con nosotros, la historia de estos pobres corazones, que ciegos corren a una batalla imposible.

MarÍa. Por Dios, no sea tan pesimista.75

Don Rafael. Ea... a nuestro asunto. SeÑor don LeÓn, declare usted. (MarÍa se retira a una distancia en que puede escuchar.)

LeÓn. Declaro...

Don Rafael. ¿CÓmo tuvo principio ese... esa80 inclinaciÓn...?

LeÓn. Una noche, dos meses ha, fui llamado por MarÍa...

Don Rafael. Eso ya lo sÉ... cuando le pidiÓ a usted un socorro para su familia, y usted no pudo dÁrselo.85 (Riendo.) GraciosÍsimo! Ya me lo ha contado ella.

LeÓn. Aquella noche fue...

Don Rafael. Cuando le vendiÓ el vestido a esa fantasiosa... Buen golpe, de maestro!... Adelante.

LeÓn. Desde aquel punto y ocasiÓn, seÑor Cura, se90 encendiÓ en mÍ un fuego de amor tan vivo...

Don Rafael. Mucho, mucho!

LeÓn. MarÍa emprendiÓ para el sostenimiento de su familia una serie de trabajos que hacen de ella una grande heroÍna.95

Don Rafael. Mucho! Si no ha nacido otra que se le iguale! (RisueÑo, con ingenua admiraciÓn.)

LeÓn. Yo la ayudaba en sus empresas mercantiles.

Don Rafael. TambiÉn lo sÉ... Adelante.

LeÓn. Como la ayudÓ usted dÁndole el dinerito del100 Cielo...

Don Rafael. Le habrÍa dado el de la tierra si lo hubiera tenido. Le di el del Cielo porque no tenÍa otro... Bueno: con que la amÓ usted...

LeÓn. La amÉ por su abnegaciÓn, por su piedad filial,105 por la valentÍa que desplegaba en aquella lucha... la amÉ tambiÉn por su belleza... todo hay que decirlo...

Don Rafael. Naturalmente... Si fuera un coco de fea, todo eso de la abnegaciÓn y de la valentÍa habrÍa sido mÚsica...110

LeÓn. La amÉ por su talento incomparable, por esa dignidad, unida a la gracia...

Don Rafael. (Moderando el entusiasmo descriptivo de LeÓn.) Bueno, bueno. Bien a la vista estÁ su mÉrito...115

LeÓn. Yo bien sÉ que no la merezco: ella es grande; yo, aunque tambiÉn de padres ilustres, soy un infeliz hombre, atado a un bajo comercio. A la presente condiciÓn humilde he venido por mis errores de otros dÍas, de dÍas muy lejanos, don Rafael. (Con viveza y calor.)120 Aberraciones de las que ya estoy corregido, radicalmente corregido, bien lo sabe usted. Abierta estÁ mi alma a los ojos de Dios. Los de usted tambiÉn han entrado en ella...

MarÍa. (Sin acercarse.) CrÉalo, don Rafael, si cree125 en mÍ.

Don Rafael. Creo... Su enmienda y reforma no son nuevas para mÍ.

LeÓn. MarÍa conoce mi amor. Yo adivino el suyo. Si ella y Dios me deparan la dicha inefable de llamarla130 mi esposa, creerÉ que esto no es la Tierra, sino el Cielo.

Don Rafael. Tierra es, y bien dura y triste... valle de lÁgrimas. (Suspirando.) Bien. Ya puede usted acercarse, MarÍa, y decirme... (MarÍa se acerca, los ojos bajos.) aunque casi no es preciso...135

MarÍa. (Con modestia.) Le quiero por su inteligencia, por sus desgracias, por el inmenso esfuerzo moral que significa su regeneraciÓn, consumada por Él mismo, solo con su conciencia. Por esto, y por gratitud, le quiero, y decidida estoy... a... (Vergonzosa, enmudece.)140

Don Rafael. Acabe, hija... Ya, para lo que falta...

LeÓn. Oh, jÚbilo inmenso! (Con vivo entusiasmo, abrazando a don Rafael.) DÉjeme usted que le abrace...

Don Rafael. Apriete, apriete. Ya puede estar orgulloso. (Con pesimismo.) Pero...145

MarÍa. ¿Pero quÉ...? (Vivamente, atacÁndole por un lado.) Usted no nos abandona; usted hace suya nuestra causa.

LeÓn. (AtacÁndole por el otro lado.) Usted sabe dar a Dios lo divino, lo humano a los hombres.150

Don Rafael. (ApartÁndoles.) SÍ, sÍ: sÉ todo eso... pero sÉ tambiÉn que contra ese afecto... todo lo santo y noble que se quiera... se alza un poder tirÁnico, incontrastable.

MarÍa. ¿Pero nada significa nuestra voluntad?155

LeÓn. ¿Manifestada ante la religiÓn, ante usted?

Don Rafael. Dios Uno y Trino, que no pueda yo...! Si por la religiÓn se resolviera... pronto os arreglarÍa yo... (Con ademÁn de bendecir.) Pero el mundo ha venido a parar a un enredo, a una confusiÓn tal de160 todas las cosas, por el sin fin de leyes, preocupaciones, prÁcticas y corruptelas, que vuestra noble aspiraciÓn no podrÁ escapar, no, de la inmensa red... SucumbirÉis, sucumbiremos, hijos mÍos... Debo deciros todo lo que sÉ... que es muy grave. (Ambos se aproximan, ansiosos.)165

MarÍa. SÉ que viene mi hermano en la disposiciÓn mÁs hostil...

LeÓn. Los Marqueses sin duda se opondrÁn...

Don Rafael. No creo imposible reducir a los Marqueses... Pero a don CesÁreo, que viene con la cabeza170 llena de viento y la voluntad inflamada de insolentes resoluciones...! OÍdme. DebÉis saber toda la verdad, por triste que sea.

Los Dos. (Con gran ansiedad.) SÍ, sÍ...

Don Rafael. ¿SabÉis por quÉ precipita su viaje don175 CesÁreo?...

MarÍa. LlegarÁ hoy.

Don Rafael. Viene hoy, porque debiÓ de recibir un largo telegrama en que pÉrfidamente se le llama para que impida el oprobio de la familia...180

MarÍa. EstÚpida maldad!

Don Rafael. Se le habla de MarÍa enloquecida, fascinada por un...

LeÓn. Imagino los horrores que dirÁn de mÍ.

MarÍa. ¿QuiÉn puso ese telegrama?185

LeÓn. ¿El MarquÉs?

MarÍa. ¿La Alcaldesa?

Don Rafael. Es cosa del tontaina de Corral, ayudado por Bravito, el juececillo.

MarÍa. Infames!190

Don Rafael. Pues con esa requisitoria indecente, y algo que dÍas atrÁs escribieron otras personas, don CesÁreo, el hoy omnipotente don CesÁreo, viene dispuesto a que su hermana se someta; y para esto no ha de emplear contra ella medios violentos. No la cogerÁn195 a usted ni la maniatarÁn para llevÁrsela a viva fuerza. No harÁn nada de esto, porque no es preciso.

MarÍa. (Con gran ansiedad.) ¿Pues quÉ harÁn?

Don Rafael. El feudalismo de nuestra edad revuelta no necesita apelar a esos medios.200

LeÓn. Ya sÉ. CesÁreo estÁ a punto de ser feudal tirano de este paÍs.

Don Rafael. Hoy traen los periÓdicos, con la noticia de la boda, otra que viene a ser la confirmaciÓn de ese feudalismo.205

Los Dos. ¿QuÉ?

Don Rafael. El Gobierno, deseando recompensar... no sÉ quÉ es lo que recompensa, ni el mismo Gobierno lo sabe... concederÁ a Teodolinda y a CesÁreo el tÍtulo de (Con Énfasis) Duques de Agramante.210

LeÓn. Muy lÓgico: en sus manos estÁ toda la gran propiedad rÚstica y minera.

Don Rafael. Y con la propiedad, la influencia; y con la influencia, los resortes de toda autoridad.

MarÍa. De autoridades corrompidas...215

Don Rafael. Putrefactas, sÍ; pero que echan la barredera, y ay del que cogen!

MarÍa. ¿Pero todos...?

Don Rafael. Todos serÁn instrumentos de CesÁreo... lo son ya, porque la adulaciÓn madruga, hija mÍa;220 no espera que venga el poder: corre a su encuentro.

MarÍa. ¿Y todos esos enemigos, jueces, alcaldes, vendrÁn contra nosotros?

LeÓn. (Comprendiendo.) No: contra mÍ solo. Ya veo claro el ardid de guerra. Es en verdad diabÓlico y225 terrible...

MarÍa. Ya entiendo. LeÓn...

LeÓn. Yo serÉ el perseguido.

Don Rafael. El vilipendiado, el encarcelado tal vez... (Óyese repique de campanas, lejano, al cual se230 unen pronto otros sonidos de campanas mÁs prÓximas, de timbre diferente.)

MarÍa. ¿Por quÉ delito?

LeÓn. Por el viejo: por mis locuras de hace aÑos en Madrid.235

Don Rafael. Ayer estuvo Bravito en el Juzgado buscando un exhorto que, segÚn Él, debiÓ venir hace dos aÑos, y quedÓ sin cumplimiento.

LeÓn. No encontrarÁn exhorto. ¿Mas para quÉ lo necesitan? HarÁn lo que quieran.240

Don Rafael. Asegura Bravo que el Duque de Agramante traerÁ de Madrid todo el artificio legal bien preparado.

MarÍa. Que traiga lo que quiera. (Animosa.) Contra tales armas, levantaremos la verdad inexpugnable.245

LeÓn. Y nuestras voluntades firmÍsimas: somos de hierro.

MarÍa. Somos de bronce. (Con grave acento uno y otro, dando a sus declaraciones gran solemnidad.) AquÍ, ante nuestro pastor de almas, hacemos juramento solemne250 de ser el uno para el otro, por encima de toda tiranÍa, de todo poder, sea el que fuere. (Se dan las manos. El son de campanas aumenta en intensidad por agregarse notas mÁs cercanas, agudas y graves, que armonizan con las primeras.)255

LeÓn. Nos juramos eterno amor, fidelidad constante...

MarÍa. Mutuo auxilio en las tribulaciones. Juramos hacer de nuestras existencias una sola. (ContinÚa el crescendo de las campanas. Se agregan las notas graves260 de la iglesia de la Misericordia y de San Pedro, prÓximas, y la del Cristo, que estÁ en escena.)

LeÓn. Juramos morir antes que renunciar a nuestra uniÓn santa.

MarÍa. Juramos, y asÍ lo declaramos ante Dios y265 ante su ministro. (Llega al mÁximum de intensidad el concierto de campanas. Pausa de recogimiento religioso y solemne. Las voces de MarÍa y LeÓn expiran entre las vibraciones del metal... El campaneo se va extinguiendo gradualmente por el silencio de las mÁs prÓximas, sonando270 las mÁs lejanas, hasta que sÓlo se oigan las lejanÍsimas.)

Don Rafael. (QuedÁndose como en Éxtasis, orando.) Hijos mÍos, dijÉrase que sobre vosotros ha descendido una suprema bendiciÓn...

LeÓn. Ya estamos unidos.275

Don Rafael. (Asustado.) No, no: todavÍa no.

LeÓn. (Con gran entusiasmo y efusiÓn.) En el Cielo ha sonado ese himno...

MarÍa. Trae a nuestras almas toda la alegrÍa del Universo.280

Don Rafael. (Asustadizo.) No, no creÁis eso: no os alucinÉis. Es la procesiÓn de la Virgen, que pasa por la calzada del Refugio... No estÁis unidos, ni sÉ si llegarÉis a estarlo en forma. (Con viva emociÓn.) Hijos mÍos, el Cielo estÁ con vosotros, la tierra no.285

(Aparecen por la derecha Corral y Bravo, observando burlones; prorrumpen en risas.)

Escena III

Los mismos; Corral, Bravo.

LeÓn. ¿QuiÉn va?

Don Rafael. ¿De quÉ se rÍen? ¿QuÉ buscan aquÍ?

Corral. (BurlÓn.) Sigan, sigan.290

Bravo. Don Rafael, creÍmos que estaba usted en la procesiÓn.

Corral. Estaba aquÍ, repicando en el Cristo.

Don Rafael. Mis procesiones andan por dentro, y no necesitan repiques.295

Corral. Ja, ja!...

Bravo. Ja, ja! ¿Pero estaba diciÉndoles misa?

Don Rafael. Misa no: les decÍa... que sois unos grandes mentecatos.

Corral. Gracias... Y este seÑor nos ha dado el300 quiÉn vive como un centinela... ¿Es esto castillo, reducto, fortaleza?

Bravo. QuizÁs lugar sagrado donde no podemos entrar sin permiso... del seÑor acÓlito.

LeÓn. (Aparte, conteniÉndose.) Canalla!305

MarÍa. (Aparte.) Ralea vil!

Corral. Pues entramos para tener el gusto de encontrar a esta seÑorita...

Bravo. Y el disgusto de decirle que sus padres, creyÉndola perdida en el monte... (Corre hacia la310 derecha y llama, agitando el paÑuelo.)

Corral. Andan locos buscÁndola...

Don Rafael. Los perdidos sois vosotros. Ni esta seÑorita ni nadie se pierde viniendo conmigo.

Bravo. (Llamando.) Eh!315

Don Rafael. (AcercÁndose a Bravo.) ¿Pero a quiÉn llamas, condenado?

Bravo. AquÍ estÁn, aquÍ.

Don Rafael. (Mirando a los que vienen.) Éstos no podÍan faltar: la entrometidÍsima Vicenta y el Alcaldillo.320

MarÍa. Ya no me importa... Que vengan.

Escena IV

Los mismos; Vicenta; despuÉs el Alcalde.

Vicenta. Ah! queridÍsima... QuÉ susto nos hemos llevado! (Al ver a LeÓn se santigua.)

MarÍa. ¿Pero no venÍa con usted su marido?

Vicenta. Ha retrocedido para mandar aviso a los325 seÑores Marqueses...

LeÓn. Por lo visto es, ademÁs de Alcalde, pregonero.

MarÍa. DejÉmosle... Pregone todo lo que quiera.

Vicenta. Yo... acelerando el paso, he llegado a tiempo...330

MarÍa. De salvarme. (IrÓnica.) Extraviada en el monte, a punto estaba ya de que me comieran los lobos.

Vicenta. Gracias que se extraviÓ usted con el pastor.

Don Rafael. Dime, Vicentita: ¿al salir de tu casa, dejaste todo bien arreglado?335

Vicenta. SÍ, seÑor.

Don Rafael. ¿Los nenes bien apaÑadicos... la ropa de NicolÁs corriente de zurcidos y arreglos?

Vicenta. ¿Por quÉ me lo dice?

Don Rafael. Porque si tienes quehaceres en tu340 casa... aquÉl es tu puesto... AquÍ no nos haces ninguna falta.

Vicenta. (Picada.) Don Rafael, yo sÉ mi obligaciÓn en mi casa... y en las ajenas.

Alcalde. (Por la derecha, presuroso.) Avisados ya345 los seÑores, que estaban afligidÍsimos buscando a su querida hija. (Saluda a MarÍa frÍamente.) SeÑorita, la compaÑÍa de don Rafael pone a salvo el decoro de usted.

LeÓn. El decoro de esta seÑorita no ha menester de350 acompaÑamiento para resplandecer como el sol.

Don Rafael. Mucho, mucho!

Alcalde. Nadie le ha dado a usted la palabra.

LeÓn. Yo la tomo.

Alcalde. ¿Con quÉ derecho?355

LeÓn. No es derecho: es deber, deber mÍo...

Alcalde. QuÉ atrevimiento! (A MarÍa.) Por consideraciÓn a usted, no le contesto con la dureza que me impone mi autoridad.

Bravo. (A LeÓn, con grosera.) Amigo, ¿se le ha360 quemado a usted el establecimiento? Porque si no, no entiendo de dÓnde pueden salir tantos humos.

Corral. Pues no es poco orgulloso...

LeÓn. SÍ que lo soy. Alguna razÓn habrÁ para ello.

Alcalde. (Mirando por la derecha.) Ya suben, ya...365

MarÍa. (Asustada.) Mis padres...

Alcalde. (A Vicenta, aparte.) Ve a su encuentro; diles...

Vicenta. Ya...

Alcalde. Y para desentendernos de este desagradable370 asunto, retÍrate a casa.

Vicenta. Bien. (Vase por la derecha.)

Don Rafael. (Al Alcalde.) QuÉdate tÚ. Como autoridad, convendrÍa que estuvieras presente. SabrÁs que ante mÍ se han dado promesa recÍproca de375 matrimonio...

Alcalde. Dios nos asista!... HuracÁn tenemos... No puedo quedarme, don Rafael. Tengo que bajar a la estaciÓn.

Don Rafael. Verdad que llega el amo.380

Alcalde. Hacia la estaciÓn van ya todos los amigos.

Corral. Nosotros tambiÉn.

Bravo. En marcha. (Salen los tres hablando atropelladamente.)

MarÍa. (ViÉndoles partir.) Caterva infame! Servidores385 de la injusticia, de la mentira social, Dios os confunda.

Escena V

MarÍa, LeÓn, Don Rafael.

Don Rafael. (Mirando por la derecha.) Cerca vienen ya. El terrible choque se aproxima.

LeÓn. Yo les dirÉ...390

Don Rafael. No, hijo. (A MarÍa.) Mi opiniÓn es que nos deje solos.

LeÓn. ¿Debo retirarme?

MarÍa. SÍ.

LeÓn. ¿Debo esconderme?395

MarÍa. No, no... afrontemos la lucha con honrada entereza.

LeÓn. Sin huir el cuerpo, sin volver la cara. Tenemos razÓn... y basta. (RetÍrase presuroso por la izquierda.)

Escena VI

MarÍa, Don Rafael, Don Pedro, Filomena.

Don Pedro. (Consternado, trÉmulo.) MarÍa, Mariucha...400 nuestro buen amigo el Alcalde nos ha dado conocimiento...

MarÍa. ¿Os ha dicho...?

Filomena. Que amas a ese hombre...!

MarÍa. ¿Pero no os ha dicho mi juramento, el405 suyo...?

Don Pedro. Juramentos que nada significan si reconoces tu error...

MarÍa. Yo no falto a lo que prometo y juro. Lo que sabÉis es resoluciÓn tomada y sostenida por la misma410 alma que en dÍas aciagos luchÓ con la miseria...

Don Pedro. Ya vimos el tesÓn tuyo de entonces...

MarÍa. Pues imaginadlo duplicado, y verÉis el de ahora.

Don Pedro. (Severo.) ¿De modo que te obstinas...?415

Filomena. Hija, no me hagas olvidar el inmenso cariÑo que pusimos en ti...

MarÍa. Ese cariÑo siempre lo merezco. El amor que os tengo, ahora tambiÉn se duplica.

Filomena. (Con maternal cariÑo.) Oh, quÉ dolor!...420 TÚ, MarÍa, separar tu existencia de la nuestra...!

MarÍa. Yo sacrificarÍa mis afectos, mi juventud, mi existencia, cuanto soy y lo poco que valgo, si viera que con ese sacrificio lograba vuestro bien; pero no es asÍ.

Don Rafael. MarÍa vivirÁ siempre para sus padres.425 Únanse a ella y serÁn felices.

Don Pedro. Ella es la que tiene que unirse a nosotros... Hemos determinado partir hoy mismo...

Filomena. Oh, Dios mÍo! (AfligidÍsima.)

MarÍa. (Con viva emociÓn acude a Filomena.) Madre430 querida, ¿por quÉ te atormentas? PapaÍto, si creÍste en mÍ, ¿por quÉ no crees ahora?

Don Pedro. (BesÁndola.) MarÍa, Mariucha, mi encanto, mi alegrÍa... ven...

Filomena. (Los tres estÁn un momento abrazados.)435 Mi cielo, mi gloria... ven... siempre juntos... SerÁs feliz al lado nuestro... Piensa en tus hermanitos... en CesÁreo.

MarÍa. (Con movimiento de horror.) Oh, no! (Se separa de ellos. Recobra sÚbitamente su entereza.)440

Don Pedro. Ven... Partiremos.

MarÍa. (Con acento grave, retirÁndose mÁs.) Yo... dolorida de esta separaciÓn, destrozada el alma... me quedo aquÍ. Partid vosotros.

Don Rafael. No ablandarÁn este bronce.445

MarÍa. Queridos padres, habrÉis de decidiros pronto, porque el caso no admite dilaciÓn. Escoged entre estos dos caminos: o vais con CesÁreo, o venÍs conmigo.

Don Pedro. No podemos someternos a tan horrible dilema.450

Filomena. TÚ con nosotros...

MarÍa. (Intentando de nuevo moverles por la ternura.) ¿Pero no estÁis contentos de mÍ? En estos dÍas de Agramante, que empezaron angustiosos y luego volvieron risueÑos, apacibles, ¿quÉ os ha faltado? ¿No455 tenÍais cuanto necesitabais, y sobre lo necesario, algo de lo superfluo, mÁs grato por ser muy bien medido?... Pues si esto tenÍais y esto os ofrezco, ¿por quÉ preferÍs ahora correr hacia un mundo de vanidades, donde no serÉis mÁs que un reflejo desconsolado de grandezas460 ajenas?

Don Pedro. A la sombra de la posiciÓn de nuestro hijo, podremos restablecer nuestra posiciÓn.

MarÍa. A la sombra del poderoso, los nobles empobrecidos se llaman parÁsitos, y yo no quiero para ti465 este nombre.

Don Pedro. (Irritado.) MarÍa!

Filomena. (Severa y orgullosa.) Oh! No pensarÍas asÍ si no estuvieras trastornada por una pasiÓn absurda... Por la Virgen, seÑor Cura: ayÚdenos a domarla.470

Don Rafael. En ella veo la razÓn, en ella la verdad.

Filomena. Ese amor es loco, insano, y lo combatiremos como el mayor de los oprobios.

Don Pedro. (Arrogante.) No lo consentiremos.

Filomena. TÚ misma, mirando a tu linaje, a nosotros,475 debes rechazarlo.

MarÍa. No, no.

Filomena. ¿No merecemos que sacrifique su inclinaciÓn?

Don Rafael. (Con energÍa.) MÁs merecedora es480 ella de que ustedes sacrifiquen su orgullo.

Don Pedro. No es orgullo, es dignidad, y Ésta no puede sacrificarse.

MarÍa. (Cortando la disputa.) Padre y madre muy queridos, no nos entendemos. Partid si asÍ lo habÉis485 determinado. No irÉ con vosotros.

Don Pedro. (Iracundo.) Esto ya es intolerable.

Filomena. (Con gran severidad.) Hemos invocado tu cariÑo filial; ahora reclamamos tu obediencia.

MarÍa. En esto no puedo obedeceros. (Con entonaciÓn490 vigorosa y grande entereza.) MarquÉs de Alto-Rey, tu hija, tu Mariucha, no comerÁ jamÁs el pan de Teodolinda.

Don Pedro. (Confuso.) ¿QuÉ dice?

MarÍa. (Con gradual energÍa.) ¿HabÉis olvidado el495 origen de ese pan, del amasijo de riquezas que lleva sobre sÍ la que serÁ esposa de vuestro hijo? Yo os lo recordarÉ. Fue su fundamento la odiosa, la infame esclavitud. El padre de Teodolinda vendÍa negros, y su primer esposo los compraba... ¿Este comercio500 os parece mÁs honroso que el mÍo?... Ved ese caudal aumentado rÁpidamente con la usura de sangre humana, mÁs inicua que la del dinero... vedlo crecer, crecer luego en montones de oro, y hacerse fabuloso, negociando en medio de las corrupciones coloniales...505 Ese pan es el que vais a comer. Yo antes morirÉ que probarlo: me envenenarÍa el alma. Prefiero el pan amasado en el suelo pobre de mi patria, santificado con mi trabajo (Con fiera energÍa, apretando los puÑos), extraÍdo a pulso! con inmensas fatigas de la tierra dura,510 de la tierra madre en que todos nacimos.

Don Pedro. (Desconcertado.) No puedo renegar del apoyo que nos trae CesÁreo.

Filomena. Mi pobre hija delira.

Don Rafael. Tolerancia, MarquÉs, en nombre de515 Dios.

Don Pedro. Obediencia en nombre de mi autoridad.

Filomena. Que renuncie a ese amor afrentoso. (Asiente don Pedro.)

MarÍa. (RebelÁndose.) Afrentoso habÉis dicho, y520 contra eso tengo que protestar con toda la fuerza de mi alma honrada y de mi conciencia pura.

Filomena. Si es inÚtil, MarÍa, que pretendas extraviarte. No lo consentiremos.

Don Pedro. Medios le sobran a CesÁreo para...525

MarÍa. (DisparÁndose.) Los medios que emplearÁ mi hermano, vosotros no podrÉis autorizarlos: son un delito... En otros tiempos, cuando estorbaba una persona, se le daba muerte; en Éstos, no mÁs humanos, pero sÍ mÁs hipÓcritas, a esa persona que estorba se la530 mata legalmente, civilmente... y esto, vosotros, nobles de raza, no podÉis consentirlo. Si lo consentÍs...

Filomena. No es cosa nuestra. CesÁreo, que vela por la familia, sabe lo que tiene que hacer.

MarÍa. Pues si CesÁreo sabe lo que tiene que hacer,535 sabed vosotros...

Don Pedro Y Filomena. (SimultÁneamente, con gran ansiedad.) ¿QuÉ?

MarÍa. Que habÉis perdido a vuestra hija, que se os ha muerto vuestra hija. (ApÁrtase hacia el fondo.)540

Don Pedro. MarÍa!

Filomena. Hija!

MarÍa. Dejadme. Soy libre. (ApÁrtase mÁs.)

Don Rafael. La ley le concede ya libertad...

MarÍa. Y yo la tomo.545

Filomena. QuÉ serÍa de ti, pobre criatura, si...

MarÍa. Antes de aprender a libertarme aprendÍ a vivir por mÍ misma.

Don Pedro. (Exaltado.) Pero yo te traigo a la obediencia. Eres mi hija.550

MarÍa. Ya no soy vuestra. Soy mÍa, mÍa. (Sube por la escalerilla del fondo.)

Filomena. (Aterrada.) Huye de nosotros!

Don Rafael. Y yo con ella. (Sube tras de MarÍa.)

Escena VII

Los mismos; CesÁreo, el Alcalde, RoldÁn, Corral y algunos SeÑores de Agramante.

CesÁreo. (Por la derecha, presuroso, alarmado por lo555 que le han referido y por lo que ve al llegar.) ¿QuÉ...? ¿QuÉ ocurre...?

Don Pedro. (Atribulado.) CesÁreo!

Filomena. (Ídem.) Hijo mÍo!

Don Pedro. MarÍa... huye de nosotros!560

Filomena. (SeÑala la figura de MarÍa, que en su andar incierto se oculta y reaparece entre el follaje.) Hija adorada... hija loca... ven.

CesÁreo. (RisueÑo, presuntuoso, confiado en sÍ mismo.) Estad tranquilos. Yo la someterÉ.565

MarÍa. (Desde lo alto.) Soy libre.

CesÁreo. (Imperioso.) MarÍa!

Don Pedro. (Dolorido y cariÑoso.) Mariucha!

MarÍa. (Subiendo mÁs.) No me llamÉis.... Desde este instante sÓlo a Dios tengo por padre. (Huye por el570 monte. Don Rafael va tras ella. ConsternaciÓn de los padres. CesÁreo arrogante, confiado en sÍ mismo.)


                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

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